Günter Hüsken sigue trabajando a los 72 años porque su pensión apenas le alcanza para pagar la renta de su vivienda. "Si no me preocupo por ganar algo extra, me quedo muy limitado de dinero", cuenta.
Hüsken fue huérfano y no tuvo una educación muy esmerada, por lo que tuvo que abrirse paso en la vida haciendo trabajos arduos en los que se ganaba poco. El mejor que recuerda fue el de vigilante de piscina. Sin embargo tanto trabajo físico le ha dejado secuelas.
"Me duelen las rodillas y la espalda", se queja. Hüsken tiene tres hijos que crió como padre soltero tras el divorcio de su mujer, pero le da vergüenza pedirles ayuda.
Pocos son los que se animan a hablar cuando tienen que trabajar más allá de los 70. Eso lo constató el periodista Marcus Weller que trató con muchos jubilados en el marco de un documental televisivo que filmó. Todas las personas con las que habló trabajaban duro. "Se trata de un fallo en el sistema", dice.
También hay quienes siguen trabajando porque les gusta el contacto con otra gente. El periodista encontró a una dama que a los 70 años trabajaba limpiando un centro de llamadas telefónicas. Ante la cámara la mujer declaró que de ninguna manera pensaba en jubilarse.
Trabajar por diversión
Tampoco Klaus Weber, maestro tornero de 75 años piensa en quedarse con los brazos cruzados. Le gusta seguir trabajando fabricando juguetes de madera en el taller que ha montado en su casa en la localidad sajona de Seiffen. "Me causa una gran alegría seguir trabajando, eso me da un ritmo cotidiano que me hace bien". La gran motivación de Weber es seguir produciendo objetos que alegran a otros.
En Alemania, en donde las personas mayores cada vez viven más, las autoridades han prolongado la edad de jubilación hasta los 67 años. Pero el hecho de que muchos tengan que trabajar más allá de esa edad es una cuestión que ocupa a políticos, sindicatos y sociólogos. El centro alemán de la mayor edad (DZA), se ocupa de investigar la situación de vida de las personas de la tercera edad.
Según los investigadores cada vez más personas tienen que acogerse al llamado "seguro básico", una ayuda social que cuando fue introducida fue solicitada por unos 250.000 ciudadanos que calificaban para recibirla. Hoy en día la cifra ha aumentado a 440.000.
La razón de ello es el incremento de puestos de trabajo de bajos salarios. Empleos de conductor, empacador o enfermero generan pocos ingresos que después no pueden traducirse en una jubilación adecuada.
Las mujeres, las más afectadas
Las mujeres son las más afectadas por la pobreza en la vejez. Obligadas a interrumpir su carrera profesional para dedicarse al cuidado de los niños o de los padres mayores se ven afectadas por una reducción considerable en sus ingresos. Claudia Vogel, investigadora del DZA, señala que entre ellas se encuentran muchas mujeres de origen extranjero. "Ellas ocupan un 30 por ciento de todos los casos", afirma.
La respuesta adecuada a esta situación no es contratar un seguro de jubilación privado, algo que muy pocos pueden permitirse. Adicionalmente los productos financieros que ofrece el mercado producen pocos intereses o son riesgosos. No hay una alternativa adecuada todavía, pero la investigadora señala que es responsabilidad del gobierno federal reestructurar el sistema de jubilación de manera que la carga esté mejor distribuida.
Tomado de:finanzaspersonales.com.co