Fuente: www.portafolio.com
El presidente de Analdex, Javier Díaz, les reclama acciones del Gobierno y del Emisor dada la revaluación del peso, que a quienes más perjudica es a los exportadores.
La revaluación del peso, 11,57 por ciento en lo corrido del año, la caída de 7,8 por ciento en las exportaciones no tradicionales, y los ingresos actuales y previstos de miles de millones de dólares para proyectos minero-energéticos les están apretando la soga a los exportadores colombianos.
El presidente de Analdex (gremio de los empresarios de comercio exterior, incluidos los exportadores), Javier Díaz, demanda del Gobierno central y del Banco de la República acciones decididas para detener la apreciación del peso y evitar un mayor descalabro empresarial-exportador por la pérdida de mercados.
Con ese panorama poco halagador se inicia hoy en Medellín el XXII Congreso Nacional de Exportadores organizado por Analdex.
¿Qué tan graves son los problemas por la revaluación del peso?
Estamos en una situación similar a la de hace varios años: una crisis internacional que ha hecho que el precio del dólar caiga. No es razonable esperar una recuperación rápida de la economía de Estados Unidos, nuestro principal mercado, que llevara a un fortalecimiento de la divisa.
Simultáneamente, por diversas causas, Colombia está viviendo una bonanza minero-energética y se prevé inversión extranjera directa del sector entre 50.000 y 60.000 millones de dólares en los próximos cinco años. Adicionalmente, el Gobierno aumentó el gasto para reactivar la economía, lo que incrementó el endeudamiento público; esto significa ingreso de dólares. Entonces, hay una gran abundancia de la divisa y esta está muy barata.
¿Cuáles han sido los efectos de la revaluación?
La apreciación del peso comienza a castigar a los sectores transables internacionalmente, no sólo a las exportaciones, sino al aparato productivo nacional que compite con los importados. Mucha gente, en vez de producir localmente, se dedica a importar porque el producto resulta más barato. La revaluación lleva a que la mano de obra nacional medida en dólares sea mucho más costosa y empezamos a no ser competitivos en el exterior.
¿Frente a eso qué se puede hacer?
No es posible hablar de una sola acción para disminuir los efectos negativos de la revaluación, sino que hay que recurrir a un conjunto de acciones; empezamos por señalar que debe haber una coordinación entre el Banco de la República y el Gobierno nacional, porque cuando uno le dice al Banco que debería intervenir más en el mercado cambiario, con acciones más decididas para comprar divisas, (el Banco) responde que no lo hace hasta tanto el Gobierno no haga su tarea, que es en el campo del déficit fiscal. Allí debe haber coordinación, pero creemos que el Banco debería mirar lo que han hecho otros países, como Chile y Perú.
¿Y qué es lo que han hecho esos países?
Perú ha venido interviniendo y comprando dólares de manera mucho más activa que lo que ha hecho Colombia consiguiendo una tasa de cambio mucho más adecuada. El Gobierno central colombiano, por su parte, también tiene que comprometerse a no endeudarse en el exterior para no seguir trayendo dólares y ver cómo financia el gasto. Los temas fiscal y tibutario tienen que empezar a jugar también.
¿Hay más acciones que pudieran emprenderse?
Sí. Por qué no mirar en esta coyuntura la posibilidad de prepagar deuda pública, que sea real y no como algunas operaciones del pasado: un simple cambio de deuda, pero no una reducción.
¿En otras ocasiones se ha recurrido a frenar el ingreso de capitales de corto plazo?
Esos instrumentos hay que utilizarlos cuando se percibe que están ingresando capitales especualtivos, de corto plazo. Hemos sido partidarios de aplicarles controles administrativos, particularmente de permanencia en el país. Bienvenidos si vienen a quedarse un buen tiempo, no a estar aquí y tan pronto las condiciones cambian salir rápidamente. No se puede decir que esas herramientas se botaron a la basura y ya no se pueden usar.
¿También se habla de la regla fiscal?
Sí, allí hay unas acciones que es necesario adoptar rápidamente porque el Gobierno va a tener unos ingresos minero-petroleros extraordinarios , y junto a ello está el tema de regalías, que este año están en alrededor de 5 billones de pesos y en el 2011 van a ser 10 billones. Lo que se ha dicho es que el Gobierno debe tener fórmulas para ahorrar parte de esos ingresos, que no se los gaste todos de una vez. El manejo de las regalías no ha sido el mejor: se las han robado, malgastado, y en esto hay que poner unas reglas de juego diferentes, con toda la discusión que implica con las regiones.
Analdex pide eliminar la sobretasa a la energía y la tabla de los fletes
Analdex también le ha señalado a las autoridades que si los exportadores no pueden subir el ingreso vía tasa de cambio hay que ver cómo se bajan los costos para el aparato productivo. El Gobierno ya aceptó trabajar la petición de eliminar la contribución del 20 por ciento sobre la energía que paga la industria y el comercio. El gremio ha cuestionado la tabla de fletes, “que castiga el costo del transporte por carretera”, el cual debería eliminarse.
Los exportadores e importadores piden reestructurar el sector de acarreos, porque la tabla lleva a que los vehículos ineficientes permanezcan en el mercado garantizándoles unos ingresos mínimos a costa de los fletes.
“Somos partidarios de que las tarifas respondan a la oferta y demanda de carga, porque hoy la tabla se vuelve un piso. Los fletes hoy en Buenaventura están muy por encima de lo que establece la tabla, pero cuando cambian las circunstancias, no bajan”.
Si existe otro motivo de queja de Analdex, este tiene que ver con lo que Díaz llama un arancel, que estiman en 20 por ciento, que pesa sobre la actividad exportadora vía trámites e inspecciones de las mercancías.
Aquí, agregó, se ha hablado de aplicar una tecnología de inspección no intrusiva, pero el Gobierno pasado duró ocho años hablando del tema y no la tenemos.
Por el narcotráfico y la contaminación de las cargas legales -problema que otros países no tienen- Colombia enfrenta unos sobrecostos extraordinarios y para evitar esta contaminación existen controles e inspecciones: “Tenemos que pagar, cuando llegamos al puerto, una inspección del contenedor, pagar el traslado a la zona de inspección, pagar por desocupar el contenedor, pagar por volver a cargarlo, pagar por llevarlo a la zona de despacho”, lo que cuesta más de 270 dólares por contenedor.
Después del 11 de septiembre, EE. UU. se inventó el C-TPAT, pero en Colombia se siguen abriendo los contenedores cuando lo que hay que garantizar son estándares de seguridad.
20 por ciento son los sobrecostos sobre la actividad exportadora vía trámites e inspecciones de las mercancías.