Fuente: https://www.elpais.com.co
Una rebaja de impuestos que dio inicio en enero en Estados Unidos redituó a los consumidores el mayor incremento a su poder adquisitivo en casi dos años, pero el consumo registró apenas un aumento marginal debido a que muchos norteamericanos se mantienen recelosos para gastar pese a que mejora la economía.
Los estadounidenses incrementaron en enero su consumo 0,2%, el avance más bajo desde junio, dijo el lunes el Departamento de Comercio. Los ingresos al bolsillo aumentaron 1% debido a la rebaja en dos puntos porcentuales al impuesto a la Seguridad Social.
El aumento pequeño en el consumo elevó en enero la cifra a un ritmo anual de 10,59 billones de dólares, un avance de 7,4% respecto de la cifra más baja registrada durante la recesión en diciembre de 2008.
Los economistas expresaron confianza en que el consumo se amplíe durante el año para que estimule el crecimiento de la economía.
Según la encuesta más reciente de la National Association for Business Economics (Asociación Nacional para Economía de Negocios), expertos auguraron que los consumidores incrementarán este año el gasto en 3,2%, un gran avance respecto del incremento de 1,8% de 2010.
La rebaja en el impuesto a la Seguridad Social redituará este año 1.000 dólares adicionales a una familia típica para que gasten.
Sin embargo, la reciente alza en la gasolina suscitó preocupaciones de que los consumidores destinen ese ingreso extra a la compra de combustibles y no a la adquisición de bienes y servicios.
Este gran incremento en el ingreso pero pequeño en el consumo en enero implicó un aumento en la tasa de ahorro personal.
Las familias ahorraron el 5,8% de sus ingresos tras el pago de impuestos, un incremento respecto de la tasa de 5,4% en diciembre. En 2010, la tasa de ahorro se situó en 5,8%, una ligera baja en comparación con la de 5,9% en 2009.
No obstante, esta tasa de ahorro superó la de 2,1% de 2007, cuando los estadounidenses gastaban sin reparos debido al aumento del valor de sus viviendas a niveles sin precedente.
Desde la crisis en el sector de las viviendas y la recesión aguda, los estadounidenses se volvieron más cautelosos en sus gastos.