El plan de la prosperidad
Un conjunto de metas para impulsar la economía, reducir la pobreza y generar empleo, hacen parte del las bases del Plan de Desarrollo lanzado por el presidente Juan Manuel Santos y su equipo de ministros.
Con un presupuesto de $485 billones, el Gobierno se fijó para los próximos cuatro años más de 50 metas encaminadas a lograr un crecimiento sostenible, igualdad en las oportunidades y consolidación de la paz.
Las metas hacen parte de las bases del Plan Nacional de Desarrollo que en febrero de 2011 serán presentadas al Congreso y que tienen como objetivo básico cumplir tres promesas planteadas por el presidente Juan Manuel Santos durante su campaña: más empleo, más seguridad y menos pobreza. Las estrategias y objetivos del Gobierno están incorporados en un documento de 581 páginas cuya presentación oficial la realizó el presidente Juan Manuel Santos el pasado 12 de noviembre.
En esencia, el Plan busca cerrar brechas en educación, pobreza y conectividad; aumentar el ritmo de crecimiento del país por la vía de estimular el trabajo de cinco ‘locomotoras’ -vivienda, infraestructura, minas y energía, agro e innovación-; aumentar el empleo y reducir la informalidad; mejorar las exportaciones y la presencia del país en el exterior; recuperar el tiempo perdido en la ejecución de grandes obras de infraestructura; ampliar y mejorar la cobertura en salud; mejorar la redistribución de recursos de regalías y garantizar la seguridad ciudadana. ¿Qué tan realistas resultan?
Entre analistas y expertos, tres metas serán clave para hacer la diferencia en los próximos cuatro años: el crecimiento económico -6% anual-, reducción de la pobreza -de 45,5% a 40%-, y generación de empleo -2 millones de plazas nuevas-.
Para el ex ministro de Hacienda, Rudolf Hommes, las metas son ambiciosas y algunas difíciles de cumplir. “El Gobierno se propone alcanzar un promedio de crecimiento anual del PIB en los cuatro años de la administración Santos de 6,2%. Es una meta clara, fácilmente observable y difícilmente alcanzable, ya que desde hace tiempo el crecimiento anual no supera sino ocasionalmente el 5%”, sostuvo Hommes en una columna del diario La República.
El senador Juan Mario Laserna cree que es pronto para hacer una evaluación integral, sin embargo, es optimista. “El país está creciendo en inversión extranjera, por primera vez tenemos tasas bajas de interés, moneda estable, restablecimiento de las relaciones con los vecinos y estabilidad política, así que parecería que en esta ocasión se están alineando todas las estrellas para lograr los objetivos de crecimiento”, dice. Pero no oculta sus temores por la revaluación y su efecto en el empleo, así como por los nubarrones en la economía internacional.
El director del Departamento Nacional de Planeación, Hernando José Gómez, explica la estrategia para acelerar el crecimiento: movilizar $3 billones para las locomotoras, lo cual, en el corto plazo, permitirá aumentos de 5% a 5,5% en el crecimiento del PIB. Aunque reconoce que la lenta recuperación de la economía mundial podría afectar estas proyecciones, sostiene que la puesta en vigencia de los tratados comerciales con Canadá y los países EFTA mitigarán este impacto.
Las metas de empleo también generan expectativa e inquietud. La propuesta es generar en el cuatrienio dos millones de empleos nuevos y formalizar otros 500.000. El decano de Economía de la Universidad de Los Andes, Alejandro Gaviria, señaló hace unos días en El Espectador que “las metas oficiales de empleo son ambiciosas pero las medidas son modestas en el mejor de los casos”, al referirse a dos proyectos de ley que se vienen impulsando para reactivar la generación de empleo: el de formalización y de primer empleo, con estímulos para que las empresas entren al circuito formal y se abarate el costo del empleo y, por otro lado, facilitar la contratación de jóvenes.
Gómez reconoce que este será un gran reto. “Compartimos la preocupación sobre si los impactos que en un comienzo generarán estas dos leyes se van a mantener en el tiempo y lo que hemos visto es que a la vuelta de tres años hay que reforzar este impacto inicial, somos conscientes de esto”, explica. Tres estrategias se aplicarán en este caso: coordinar un sistema de bolsas de empleo regionales para conectar oferta y demanda; habrá énfasis en la formación de mano de obra en nuevas destrezas y se diseñarán programas para sectores productivos con altos niveles de informalidad.
En reducción de pobreza, la meta busca recortar cerca de 5,5 puntos porcentuales y cuatro en indigencia -pasar de 12% al 8%-. Para el ex presidente de Asobancaria, César González Muñoz, este es un tema en el que tradicionalmente los planes de desarrollo de los gobiernos han quedado en deuda. Solo en el Plan 2006-2010, la meta era reducir la pobreza de 49,2% a 35%, pero solo bajó a 45,5%.
El Gobierno tiene preparada una batería de estrategias, como ampliación de cobertura en formación de capital humano -el presidente Santos ha insistido en que la educación es la base para superar las condiciones de pobreza-, reducción de la mortalidad infantil; atención a la primera infancia; empleabilidad, emprendimiento y generación de ingresos y una política para la población desplazada.
Para el senador John Sudarsky, si bien las iniciativas apuntan a mejorar las condiciones sociales del país, un tema clave será medir el impacto económico que tendrán para evitar un impacto fiscal que termine desestabilizando las finanzas del país.
Si bien es cierto que buena parte de las metas contempladas en las bases del Plan se sustentan en indicadores que generan optimismo y aumentan las probabilidades de su cumplimiento, solo el trabajo juicioso de Gobierno, empresarios y ciudadanos hará posible que se obtengan los resultados esperados.
Tomado de :https://www.dinero.com/edicion-impresa/agenda-publica/plan-prosperidad_80279.aspx