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La idea es comenzar a desmontarlo en el 2012 y dejarlo en ceros en el 2018. Analistas temen que para remplazar este impuesto terminen subiéndose otros.
El Gobierno está listo a desmontar el impuesto del 4 x 1.000, de a un punto cada dos años. De esta manera, respondió a una década de críticas al gravamen, rematadas este domingo cuando la presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar, aseguró en EL TIEMPO que el tributo había significado un retroceso de 70 años en el uso del efectivo.
El ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, dijo que el desmonte gradual comenzaría el año entrante, para terminar en el 2018.
Con el anuncio sobre la eliminación de ese impuesto sigue tomando cuerpo una nueva reforma tributaria que, según algunos analistas, podría incluir aumentos de otros impuestos para compensar el tributo bancario, pese a que el presidente Santos anunció en su campaña electoral que no daría pasos en esa dirección.
Ayer, el Ministro de Hacienda dijo que el proyecto tributario con la eliminación del 4 x 1.000 se llevará al Congreso el año entrante, para que entre en vigencia en el 2012.
En el seno de la Convención Bancaria, que arranca mañana en Cartagena, el Ministro les ofrecerá a los banqueros más detalles y les advertirá que los tres billones de pesos anuales que se recaudan con él deberán remplazarse con otra fuente de recursos.
Echeverry explicó que entre las nuevas fuentes se incluirán, entre otros, los recursos que se perciban por la eliminación de las exenciones.
El decano de ciencias económicas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Salomón Kalmanovitz, dijo que el 4 x 1.000 debe ser sustituido por un impuesto a la renta progresivo.
“Si el Gobierno sacrifica tres billones de pesos, ojalá no los saque del IVA, porque eso sería más regresivo. Hay que hacer una reforma tributaria técnica, que les ‘pegue’ al ingreso y al patrimonio de las personas naturales que están prácticamente exentas de pagar impuestos”, agregó.
Impuesto transitorio
El tributo comenzó a recaudarse en el año 2000 con una tarifa del 2 x 1.000 para ayudar a los bancos a salir de la crisis que los agobiaba en ese momento.
En ese entonces se anunció que el gravamen sería transitorio, pero, al contrario, poco después la tarifa subió al 3 x 1.000 y, luego, al 4 x 1.000, que rige en la actualidad.
El año pasado, los colombianos pagaron por ese gravamen a la Nación 3,1 billones de pesos, y en el primer semestre del 2010 la cifra superó los 1,5 billones.
Según cifras de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian), desde su entrada en vigor en el año 2000, el recaudo con el gravamen a los movimientos financieros supera ya los 23,6 billones de pesos.
Según la presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar, el tributo está frenando el crecimiento de la economía, así como la profundización de la banca colombiana.
Para Sergio Clavijo, presidente de Anif, “nuestro sector financiero está bien solventado en capital y bien provisionado, pero es un sistema pigmeo y eso tiene que ver con trabas jurídicas y de impuestos antitécnicos como el 4 x 1.000”.
Impuesto ‘violento’ para el ahorro: Asobancaria
Además de los usuarios del sistema financiero, que son los primeros interesados en la desaparición del cuatro por mil por el costo que les representa, los banqueros también insisten en su desmonte, por considerar que frena la profundización de su negocio.
Pese a que en los últimos años más usuarios entraron a la lista de quienes reciben servicios de la banca, Colombia es un país con muy baja penetración de ese sistema en la población.
Según la Asobancaria, aunque hoy casi todos los municipios del país tienen alguna presencia bancaria, solo 60 por ciento de la población adulta tiene acceso a los servicios financieros.
Si bien aún queda mucha gente excluida, se logró llegar al 60 por ciento gracias a la penetración de los Corresponsales No Bancarios.
Se estima que la cartera de créditos de la banca representa hoy en Colombia alrededor del 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en Chile la cifra llega al 70 por ciento. Eso sin mencionar a Estados Unidos, donde la relación es del ciento por ciento y en Asia, donde ronda el 120 por ciento del PIB.
La Presidenta de la Asobancaria dice que con un Índice de Precios al Consumidor del 3 por ciento anual, el cuatro por mil representa un descuento muy grande a los clientes de la banca sobre la rentabilidad otorgada.
“Cuando se tiene una tasa de interés del 3 por ciento, al usuario le quitan casi medio punto con el tributo y queda la sensación de que eliminaron todo el rendimiento con hacer cuatro o cinco transacciones”.
Por eso, la directiva califica el tributo de “violento” para los ahorradores.
Reforma tributaria sigue tomando forma
El ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, dejó ver su entusiasmo por cursar de una vez una reforma tributaria, pese a la apretada agenda legislativa que cursa en el Congreso, con la cantidad y variedad de proyectos que ha presentado el Gobierno Nacional.
“Lo ha pedido el Partido Liberal, lo pidió el gremio de industriales, en todos los foros nos piden lo mismo. Si insisten en que de una vez nos embarquemos en una reforma tributaria, lo vamos a considerar seriamente”, afirmó.
Echeverry recordó que el presidente Juan Manuel Santos había prometido, durante la campaña, no aumentar impuestos, por lo que subrayó que, en caso de un eventual proyecto, este no será para subir sino para bajar tarifas.
El desmonte del 4 x 1.000 ya es un hecho que, según Echeverry, se hará gradualmente. Sin embargo, al pasar esa reforma, se aprovecharía de una vez para poner el sistema tributario en orden. “Al lado del desmonte del 4 x 1.000 hay muchos articulitos que son necesarios”, anotó.
Ayer, en una carta de su director, Rafael Pardo, el Partido Liberal propuso al presidente Santos una reforma “que reduzca los beneficios tributarios, baje el impuesto de renta de las sociedades (y) comience el desmonte gradual de impuestos antitécnicos como el 4 x 1.000”. También plantean unificar, pero no aumentar, el IVA.
Organismos como el Fondo Monetario Internacional también han recomendado un revolcón en los tributos, teniendo en cuenta que hay una variedad de escalas que solo dificultan las estrategias de recaudo y generan la inequidad. Para la muestra, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que cuenta con una tarifa general del 16 por ciento y nueve diferenciales, que van desde un mínimo de 2 por ciento hasta un máximo de 29 por ciento.
El gasto de las promesas
El presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), Sergio Clavijo, dijo que es inquietante la estrategia de reducir exenciones, pero, por otro lado, aumentar el gasto para cumplir con las promesas de la campaña presidencial.
“El país está abocado a enfrentar una reforma tributaria estructural que, en parte, tiene que ver con el tema de las transacciones financieras, así como por el tratamiento inequitativo que se les da al capital y al trabajo”, agregó.
Comentó que se requiere desmontar las exenciones tributarias al capital, que valen unos seis billones de pesos.
“Si desmontamos el 4 x 1.000 y sustituimos parte de los parafiscales se requiere subir el IVA del 16 al 17 por ciento en el primer año y al 18 por ciento a la altura del año 2013, generalizado”. Además se requiere subir el impuesto de renta del 33 al 34 por ciento.