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La cumbre de ministros de Finanzas del G20 en Francia sirvió para alcanzar un acuerdo sobre los indicadores que deben emplearse para detectar los desequilibrios económicos.

Los representantes de las economías más ricas y emergentes suscribieron un compromiso tras "francas y en algún momento tensas" negociaciones, según dijo la ministra francesa Christine Lagarde.

Los latinoamericanos expresaron su satisfacción ante un pacto que llegó después de suavizar el criterio del superávit de cuenta corriente, lo que permitió que se sumara China.

El objetivo es coordinar las políticas para evitar que se repitan las circunstancias que derivaron en la crisis financiera que estalló en 2008.

Lagarde dijo que hubo largas discusiones acerca de los indicadores que deben ser usados después de que trascendiera que China, celosa de su política cambiaria, se resistía a la inclusión de determinados factores.

"El compromiso final no puede atribuirse a ninguna de las delegaciones, pero puedo decir que representa un ambicioso espíritu de compromiso", dijo Lagarde en comparecencia ante la prensa.

Satisfacción en los Latinoamericanos

Los representantes de Argentina, Brasil y México, los latinoamericanos presentes en la cumbre, mostraron su satisfacción por los acuerdos alcanzados.

El ministro brasileño, Guido Mantega, dijo que su país "salió satisfecho" porque se contemplaron algunas de los elementos que consideraba clave.

"El acuerdo contiene los indicadores que interesaban a Brasil particularmente", dijo el ministro.

"Lo principal eran las cuentas externas y la tasa de cambio. Brasil está plenamente satisfecho porque el pacto apunta algunos de los desequilibrios que indican que existe una guerra cambiaria".

Por su parte, el titular argentino de Finanzas, Amado Boudou, coincidió en la valoración del resultado de la cumbre porque el G20 desestimó regular los precios de las materias primas, en particular los alimentos.

"La verdadera solución tienen que ver con el aumento de la oferta (...). Está claro que la regulación de los precios no es la solución que se va a seguir", destacó el ministro.

El secretario mexicano de Hacienda, Ernesto Cordero, también se felicitó porque el acuerdo "permitirá avanzar" a la economía de su país.

Sin embargo, Cordero no ocultó su recelo ante la posibilidad de que los nuevos mecanismos sirvan para frenar la innovación en los países emergentes.

Reservas de divisas

China se oponía a incluir el balance de cuenta corriente, que mide el dinero que entra y sale del país por el comercio internacional y otras actividades.

Con el compromiso final, la cuenta corriente estará en la lista, pero con un peso ajustado que excluye los intereses que China recibe por sus enormes reservas.

Los otros factores incluidos son la deuda y déficit públicos, los niveles de endeudamiento privado y las tasas de ahorro.

Otros elementos objetados por Pekín fueron retirados o rebajados. Por ejemplo la "tasa de cambio real y efectiva", para medir cómo de sobre o infravalorada está una moneda.

La economía china ha sido acusada por sus socios comerciales, en especial EE.UU., de acumular billones de dólares en reservas internacionales para mantener artificialmente bajo el valor del yuan y dar a sus exportadores una ventaja competitiva injusta.

Algunos economistas consideran que China y otros países "mercantilistas" contribuyeron a la crisis financiera de 2008 acumulando divisas en exceso.

Qué sigue

La ministra Lagarde dijo que los indicadores no son objetivos vinculantes sino que permitirán proyectar las pautas para políticas económicas coordinadas.

El corresponsal de asuntos económicos de la BBC Andrew Walker señala que el G20 ahora necesitará decidir cómo ponderar estos indicadores para identificar los desequilibrios comerciales. A ese problema se enfrentará en abril.

Además, todavía está pendiente la cuestión de qué hacer cuando sean detectados serios desequilibrios.

Tampoco está claro qué pasará si un país se sale de esas pautas más allá del G20.

Resolver estas incognitas podría llegar a ser incluso más duro, estima Walker.