Fuente: https://www.portafolio.com.co/
Hasta hace una década, el 75 por ciento del comercio internacional de Colombia, en ambas vías -exportaciones e importaciones-, se concentraba en dos países: Estados Unidos y Venezuela. El 25 por ciento, aproximadamente, se realizaba con nuestro vecino bolivariano.
Hoy, el panorama es distinto y no se trata en esta ocasión de volver sobre los problemas que hemos tenido con el presidente Hugo Chávez y su gobierno que, por fortuna, están en vía de solución, sino de ser constructivos y mirar hacia adelante. Sin duda, es deseable retomar la dinámica de los negocios con Venezuela, pero la experiencia con este país nos deja una lección: no es sano que el grueso de nuestro comercio exterior se concentre en apenas dos naciones.
Si hay problemas con el dólar, revaluación en este caso, sufren la mayoría de los exportadores; y si hay desacuerdos políticos con nuestro vecino, ocurre otro tanto. Esa dependencia excesiva de dos mercados de exportación nos hace vulnerables a situaciones que escapan al manejo interno de Colombia y del Gobierno.
El propio presidente Santos, artífice de esta nueva etapa de relaciones que estamos construyendo con Venezuela, lo señaló en un discurso en Bucaramanga a los pocos días de posesionado: es recomendable que nuestros empresarios miren otras economías regionales, como Centroamérica, Brasil, Chile, Argentina y las naciones del Caribe.
El absurdo bloqueo comercial que Chávez le impuso a Colombia, cuando en noviembre del 2009 dijo que su meta era llevar a cero las compras de productos nacionales, fue un duro golpe para muchas de nuestras industrias, pero debe constituirse en un campanazo de alerta para reflexionar. Hoy sabemos, sin embargo, que a Venezuela le fue peor que a Colombia con esta política incomprensible de Chávez.
El desabastecimiento de alimentos quedó al descubierto. En varios productos de la canasta básica, Colombia es la despensa de ese país y por decreto presidencial no se puede sustituir esto, improvisando, por ejemplo, la compra de carne en Argentina o Brasil, como trató de hacer desesperadamente el mandatario socialista. El resultado es que quienes sufrieron con esa medida fueron las familias venezolanas.
Bienvenido este nuevo acercamiento entre las dos naciones, que por vecindad y tradición deben convivir en paz y armonía. Pero los empresarios tienen que mirar hacia Centroamérica, que atraviesa por un buen momento económico; con excepción de Nicaragua, todos los países están creciendo y reactivando su economía. Es un mercado natural para los exportadores colombianos. De hecho, ya hay importantes negocios de empresas nacionales, como la anunciada compra del principal banco centroamericano, BAC-Credomatic, por parte del Grupo Aval, liderado por Luis Carlos Sarmiento Angulo, y la alianza estratégica suscrita entre las aerolíneas Avianca y Taca.
No hay mejor apalancamiento para que nuestros inversionistas dirijan sus negocios a esta zona: crédito y servicios financieros por un lado, y facilidades para viajar por el otro, ya que Taca es la principal aerolínea centroamericana.
El gobierno de Uribe, que no les dio prioridad a las relaciones exteriores, en buena hora suscribió varios tratados de libre comercio con importantes países y organizaciones internacionales, entre los que se destacan Canadá, Mercosur, la Unión Europea, Chile y Perú, entre otros. Actualmente continúan las negociaciones con Corea del Sur y Panamá. Y, por supuesto, estamos a la espera de que el Congreso de Estados Unidos apruebe el TLC suscrito con esta nación, hace ya cuatro años.
Es un panorama alentador para que Colombia, por fin, diversifique su comercio exterior. Ahora son necesarios la visión y el compromiso de los empresarios para que miren más allá de nuestros mercados tradicionales.