Fuente: www.portafolio.com.co
Frente a Chile, el gigante exportador de la región, el país está 5,6 veces por debajo. Así mismo, factura apenas la mitad que Ecuador, que es un vecino mucho más pequeño.
Entre 11 países latinoamericanos, Colombia apenas supera a Bolivia en exportaciones per cápita, pese a su privilegiada posición geográfica, que le permite mirar simultáneamente a los cuatro puntos cardinales del planeta.
En efecto, las ventas externas colombianas el año pasado, medidas con ese indicador, fueron de apenas 720 dólares, 56 dólares más que las registradas por los bolivianos, cuya posición mediterránea les hace más difícil su acceso a los mercados internacionales.
Paradójicamente, los despachos al exterior de nueve de los 11 países latinoamericanos en el 2009, un año caracterizado por la crisis de la economía internacional, mostraron incrementos,mientras que en Colombia y Chile bajaron algo más de 100 dólares.
Vale la pena anotar que los niveles per cápita de las exportaciones colombianas están sustentados en petróleo y sus derivados y carbón. Similar situación puede observarse, aunque para otros productos básicos, en Chile, México, Venezuela y el mismo Bolivia. De tiempo atrás, el Gobierno, el sector privado, los gremios y la academia de Colombia, en coincidencia con analistas internacionales, han señalado la necesidad de aumentar las exportaciones de productos no tradicionales, que son los que agregan mayor valor y generan empleo.
No se trata sólo de aumentar la oferta, sino, como lo anota el presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), Javier Díaz, de diversificar los destinos, que han estado concentrados en Estados Unidos y Venezuela.
Hay pocos productos para vender al exterior, pocos productores y pocos destinos de exportación, dijo el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Sergio Díaz-Granados, lo que hace muy vulnerable al país cuando se presentan crisis como la del año pasado y que se tornan dramáticas cuando golpean a compradores como Venezuela y EE. UU.
Lo anterior se hace más evidente si se tiene en cuenta que el 91 por ciento de las exportaciones colombianas es realizado por el 6 por ciento de las empresas que venden al exterior. Todo ello conforma un cuadro en el que las ventas externas per cápita del país son muy bajas en comparación con naciones de igual o menor desarrollo.
Ni qué decir cuando se enfrentan con las de economías desarrolladas: seis veces por debajo de Estados Unidos, 13 veces inferiores a las de Francia o Italia y 25 veces menos que Alemania. Las cifras reportadas por el Dane para el periodo enero-julio de este año confirman el soporte de las llamadas exportaciones tradicionales al comportamiento de las ventas per cápita.
Entre enero y julio de este año, las exportaciones totales colombianas ascendieron a 22.404 millones de dólares, 21,9 por ciento más que las registradas en el mismo lapso del 2009. De ellas, el 63,3 por ciento correspondieron a las llamadas tradicionales, que crecieron 49,9 por ciento.
Salvo la actividad cafetera (siembra, cosecha, beneficio y el consiguiente proceso exportador), que genera una respetable aunque cíclica cantidad de empleo, las demás exportaciones no tradicionales no se caracterizan por la creación de abundantes puestos de trabajo.
El valor agregado, que incrementa de manera importante los valores de los productos enviados al exterior y aumenta las cifras per cápita, se genera principalmente en algunos de los renglones no tradicionales, que para el periodo mencionado bajaron a 8.227 millones de dólares, 7,8 por ciento entre enero y julio del 2008. Sólo recientemente las autoridades, los gremios, los empresarios, la academia, centros de investigación y diferentes entidades de tipo empresarial se tomaron en serio la diversificación, debido al cierre del mercado venezolano por razones políticas, las restricciones en Ecuador y la caída de la demanda de EE. UU.
La clave, más productividad y competitividad
Para aumentar la penetración de los productos colombianos en el mercado internacional, el Gobierno y los empresarios le están apuntando a mejorar significativamente la competitividad del país y la productividad (y competitividad) empresarial.
No obstante, como han enfatizado las autoridades de comercio exterior, no es suficiente con aceitar la fábrica y ponerla a producir en forma, sino que es necesario conseguirles nuevos mercados a esos bienes; para esto ha venido negociando tratados de libre comercio: algunos ya están vigentes, otros en procesos de aprobación y, otros más, en negociación, como los de Panamá y Corea.
Para mejorar la competitividad ya está en marcha una reforma a la estructura arancelaria, con el fin de reducir las tarifas aduaneras a las materias primas, bienes de capital (maquinaria y equipos) e insumos no producidos en el país, o con producción insuficiente, y revisar las protecciones efectivas negativas.
El Gobierno ya se comprometió a eliminar el sobrecosto de 20 por ciento en las tarifas de energía que pesan sobre el sector industrial. Lo hará de manera gradual en dos años. Igualmente, tanto el Ejecutivo como el Banco de la República anunciaron que harán sus mejores esfuerzos para enfrentar la revaluación del peso, que le ha quitado competitividad al sector. La intervención del Banco de la República en el mercado cambiario busca frenar la apreciación del peso, pero analistas de firmas comisionistas de bolsa lo consideran insuficiente si no se complementa con otras medidas, así lo ha entendido el Gobierno y por esto las otras decisiones mencionadas.
La calificación estable del crecimiento de la población puede calificarse de estable (alrededor de 1,8 por ciento anual), más la efectividad de las medidas para contener la revaluación y el aumento esperado de las ventas externas pueden llevar a que mejore el per cápita exportador.