(HSBnoticias.com) No todo podía ser malo en la reforma tributaria que por tantos flancos ha sido cuestionada, por encarecer la vida de los colombianos y hacer más pesada la carga tributaria de las empresas las que, al fin y al cabo, terminan pasándole la factura al consumidor final.
Ocurre que la Cámara de Comercio de Pasto y un grupo de empresarios se dieron a la tarea de meterse en las intimidades del documento final aprobado en el Congreso de la República en diciembre pasado, y encontraron que la reforma abría la oportunidad de identificar en el país las llamadas Zomac, es decir, las zonas más afectadas por el conflicto armado, a fin de hacerlas objeto de una estrategia consistente en ofrecer generosos estímulos tributarios para que en ellas se asienten nuevas empresas o sociedades que brindaran oportunidades de empleo para los habitantes de esas golpeadas regiones del país.
En este marco de beneficios, las micro y pequeñas empresas que inicien actividades entre el 2017 y hasta el 2021, pagarán 0% por concepto de impuesto de renta y complementarios; el 25% desde el 2022 hasta el 2024, el impuesto será del 25% de la tarifa general del impuesto sobre la renta para personas jurídicas o asimiladas. Para el periodo 2025 al 2027 la tarifa será del 50% de la tarifa general y, en adelante, tributarán a tarifa general.
No son los únicos atractivos tributarios los que oferta el Gobierno para estimular la creación de empresas en estas zonas que han sido escenario del conflicto armado colombiano durante más de 50 años, pues entre otros también está la posibilidad que tendrán las empresas de invertir en obras puntuales en las regiones, con lo cual podrán cumplir con el pago de parte de sus obligaciones tributarias.
“Esto es, de lejos, mejor que si nos declararan zona franca”, expresó uno de los empresarios. Sin embargo, como también lo advirtió otro, las Zomac podrían quedarse solo como un saludo a la bandera, si la norma limita la oferta de beneficios solo a aquellas nuevas empresas que se asienten en los municipios más afectados por el conflicto, sin tener en cuenta las condiciones que ofrecen a los futuros inversionistas en materia de vías, servicios públicos, vías de comunicación y otros factores que hacen competitiva o no a una región e ignorando a otros territorios, de la misma geografía departamental que ofrezca mejores condiciones de infraestructura y hayan soportado también las secuelas de la violencia.
Eso está ocurriendo con la capital nariñense, la ciudad que a lo largo de muchos años se ha convertido en el destino y refugio predilecto de la inmensa mayoría de desplazados por el conflicto no solo dentro del departamento, sino provenientes de otros departamentos como Putumayo y Cauca, principalmente.
Nuestra capital se ha visto afectada sensiblemente por el incremento de fenómenos como la inseguridad, la mendicidad, los cinturones de miseria y el desempleo, atribuible en buena medida al arribo de familias enteras que tuvieron que abandonar su tierra para salvar sus vidas. Son personas que, de un momento a otro, se vieron obligadas a dejar sus tierras, sus viviendas y su ‘modus vivendi’ para salvar sus vidas e intentar volver a empezar en otros lares.
En este orden de ideas, la entidad cameral y los empresarios que trabajan sobre el tema consideran que el Gobierno debe necesariamente incluir a Pasto dentro de las Zomac. Nosotros, como medio de comunicación, nos sumamos a esa iniciativa que debe ser acompañada en su gestión por la Administración seccional, el alcalde de Pasto y los congresistas nariñenses.
Con el asentamiento de nuevas empresas atraídas por la oferta de las Zomac generarían demanda de materias primas provenientes de las zonas más afectas por el conflicto y serían una fuente de empleo en un departamento que necesita prepararse para afrontar con éxito la etapa del posconflicto.