La Ocde considera que, en el corto plazo, Colombia debe definir la trayectoria de las cuentas fiscales, pues esto genera seguridad
La pandemia llevó a una contracción de la economía colombiana en 2020. Además, influyó en el aumentó del gasto fiscal y de la deuda. Jens Arnold, coordinador del departamento de Economía para América Latina de la Ocde, señaló que a pesar de la situación actual de orden público, se prevé que la economía crecerá este año. También se refirió a los desafíos que enfrenta el país en el mercado laboral, la educación y el sistema pensional.
¿Cómo ve la Ocde lo que está pasando en Colombia?
Vemos señales positivas y no tan positivas. Por ahora, vemos una buena recuperación en el primer trimestre, pero también nos preocupa la situación del covid y del paro nacional.
¿Cómo ve el cierre económico de Colombia en 2021?
La economía colombiana ya tuvo una recuperación fuerte en los dos últimos trimestres de 2020 y eso se confirmó con lo visto ahorita a final de marzo. Nos sorprendió el crecimiento de este primer trimestre, a pesar de las restricciones a la movilidad debido a la pandemia. Si juntamos estos elementos, ya tenemos un fuerte crecimiento en la medición interanual de Colombia, ya que se compara las medias de los trimestres de 2021 con las medias de los de 2020. Ahí ya hay un efecto estadístico fuerte e, incluso, si la economía colombiana no creciera más en lo que queda de este año, ya estaría por encima de 7%.
A ese escenario, le agregamos un segundo crecimiento ligeramente negativo por los nuevos brotes del covid-19 y los impactos del paro nacional, que está limitando el crecimiento económico. En el tercer y cuarto trimestre de este año, ya vemos una buena posibilidad para una recuperación importante y duradera de la economía, a medida de que las vacunas avancen y no hayan nuevos brotes de coronavirus.
¿En qué sectores ven un repunte de crecimiento en el segundo y tercer trimestre?
Creemos que puede haber un repunte relativamente amplio en todos los sectores, menos en los afectados directamente por las restricciones en el contacto humano. Es decir, todo lo que es el sector servicios, sobre todo hotelería y ocio.
¿Cómo ve la Ocde el desempleo en Colombia?
Vemos los desarrollos recientes como una señal alentadora de corto plazo. Está bien que se recupere, eso demuestra que hay empresas en la economía que están contratando personas y es una buena señal. Por otro lado, estamos muy lejos de los niveles de empleo de prepandemia y tenemos que pensar en las desigualdades que ha generado la pandemia. Las pérdidas de empleo se presentaron mayoritariamente en poblaciones vulnerables y ahí está el gran desafío de cómo evitar secuelas a largo plazo.
En términos de formalidad, ¿cómo está Colombia comparado con otros países?
Colombia tiene una informalidad más alta que Chile, Argentina y Brasil; pero tampoco es el país con la informalidad más alta de América Latina. Hay que ver a qué factores se debe esa informalidad, cómo es el sistema de costo del empleo formal y todos esos recargos al costo, que es el salario del trabajador. Este es muy elevado en comparación con otros países de la región. Generar empleo formal en Colombia es muy caro en comparación con otros países y esa es una explicación de la alta tasa de informalidad.
¿Qué es lo que más pesa en eso? ¿Cómo ve la Ocde el tema de las cajas de compensación, a las cuales los empresarios deben destinar 4% por cada trabajador?
Hay varios elementos en esta cuenta. Primero están los aportes a la jubilación que ya es mucho y, sobre todo, crea un cambio abrupto sobre el salario mínimo. Eso hace que trabajadores que están en el límite entre conseguir un empleo formal o no conseguirlo y quedarse en el sector informal, para ellos hay un costo muy alto en el momento de empezar con un empleo formal. Entonces están las pensiones, está la cuestión de financiamiento de los servicios de salud que se prestan y después están las cajas de compensación. Hay propuestas sobre cómo reducir el conjunto de estos costos sobre el salario, sobre todo para aquellos que tienen ingresos cercanos al salario mínimo. Me parece que ahí hay buen material para la discusión y Colombia debería avanzar en estas líneas.
La noticia económica del año en Colombia fue, sin duda, la pérdida del grado de inversión. ¿Cómo debemos manejar este tema?
Más allá de las calificaciones de las agencias, lo importante es dar al público una perspectiva de cómo van a evolucionar las cuentas fiscales. La pandemia obviamente causó un gasto adicional muy importante y estuvo bien hacer ese gasto, incluso, pienso que Colombia hizo muy bien en suspender la regla fiscal para 2020 y 2021. Sin embargo, en algún momento habrá que empezar la discusión de cómo pagar esa cuenta, con lo cual no quiero decir que tenga que haber un ajuste fiscal rápido. De hecho, creo que probablemente cumplir de manera muy estricta con la regla fiscal en 2022 implicaría un ajuste fiscal muy fuerte y, tal vez, uno debería pensar en algo un poquito más gradual.
Hay que garantizar la sustentabilidad de las cuentas fiscales del futuro y el camino es pensar en cuáles son los impuestos que uno quiere ir aumentando para tener más recursos para tareas importantes como fortalecer la protección social. Esa es una de las grandes lecciones que nos deja la pandemia, que hay mucha gente que necesita apoyo.
¿Nuestro Gobierno se debe obsesionar con las calificaciones de las firmas?
Esa preocupación por las calificaciones es algo universal y entendible, porque hay que mirar qué depende de eso. El gran peligro es el aumento de la tasa de interés que Colombia paga sobre su deuda. Si el país tiene que pagar más en intereses sobre su deuda existente, eso va a dejar menos espacio fiscal para otras prioridades como educación y salud. ¿Cómo se puede evitar esto? En la coyuntura actual no se hace aumentando impuestos ahora mismo, pero sí dando seguridad y mostrando los planes para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas.
¿Qué países de la Ocde no tienen grado de inversión?
En América Latina hay países que tienen y que no tienen. En general, los que tienen grado de inversión cuentan con un amplio acceso a financiamiento externo. Hay ciertos capitales que solo pueden invertir en activos con grados de inversión, así que en el momento en el que un país lo pierde, las opciones de cómo financiarse se reducen y eso también tiene implicaciones para la tasa de interés.
Con la volatilidad de la tasa de cambio tras la pandemia y la pérdida del grado de inversión, ¿es recomendable dolarizar la economía colombiana?
Colombia tiene un marco macroeconómico que funciona muy bien, con una regla fiscal con flexibilidad cambiaria y con una política monetaria que trabaja con un sistema de metas de inflación. Es un sistema que ha funcionado muy bien en muchos países y que deja cierta flexibilidad para situaciones difíciles. Hay que pensar en cómo fortalecer la situación dentro del sistema de las políticas macroeconómicas que Colombia tiene hoy en día, más que pensar en un cambio.
Con la situación actual del país, ¿les preocupa que una estampida de inversionistas se vaya a otros países de la región?
Colombia tiene la ventaja de tener una larga y sólida historia de tener finanzas públicas bien hechas y muy sostenibles, entonces el país goza de mucha confianza en mercados internacionales. Cuando comenzó la pandemia, Colombia tenía un cuadro fiscal mucho mejor que otros países de la región. Esto no es una cuestión que puede cambiar de un día para otro, pero sí hay que tomar el asunto en serio. Hay que pensar en la estrategia a futuro, cómo cerrar esta cuenta e, incluso, cómo recaudar un poquito más para hacer cambios más estructurales, que van más allá de la pandemia.
¿Colombia se ha rezagado frente a los compromisos con la Ocde?
La Ocde es la casa de las buenas prácticas y eso hacemos, dar lecciones de lo que ha funcionado y no ha funcionado en otros países para aprender. Eso es un proceso continuo. El mundo está cambiando, así que reformas habrá que hacer siempre, porque hay que adaptar las discusiones a la situación de un mundo que cambia. No es un proceso donde uno fija una meta y después el país tiene que llegar hasta allí y ya, sino que es más bien un proceso continuo. La pandemia es un fenómeno mundial, muchos países tuvieron que cambiar sus planes, así que en esta situación tenemos que mirar cuál es el mejor camino.
Colombia es un país de mercados, ¿esto es una fortaleza o una debilidad a la hora de resolver problemas pospandemia?
Yo creo indudablemente que Colombia tiene muchas fortalezas. La diversidad de estas regiones es una de ellas. Cuando se compara las cuentas fiscales de Colombia con las de Brasil, está claro que Colombia está en una situación mucho mejor. Por otro lado, está la cuestión del mercado laboral. En esto Colombia está entre los países de menor éxito, con una tasa de informalidad cercana a 60% de los trabajadores, es algo que preocupa. También el sistema de protección social, pues es un sistema de jubilaciones que, por lo menos la parte del sector formal, solo da una pensión a 25% de la población. Después hay otros programas no contributivos, como Adulto Mayor, que están muy bien y tratan de cubrir un poco estos huecos que deja el sistema del mercado formal. Aun así, más o menos la mitad de la población no tiene ninguna seguridad de ingresos para la tercera edad.
¿Cómo clasificaría las cosas que debe hacer Colombia para mejorar su economía?
A corto plazo, la cuestión más urgente es definir la trayectoria para las cuentas fiscales. Hay que pensar que la pandemia va a dejar muchas secuelas y ha dado un golpe muy desigual a la población. Las personas que menos tenían de entrada han sido las golpeadas más fuerte, y eso deja claro que hay que fortalecer la protección social.
También están los recargos sobre el factor trabajo y el tema de la educación, porque muchos estudiantes de Colombia y la región han perdido todo el año y eso va a generar problemas para su vida laboral.
¿Tiene algún consejo en particular para políticas en educación?
Es muy importante pensar en cómo mejorar la calidad de la educación, cómo asegurar que la calidad de la educación sea más o menos igual en todo el territorio, sin importar si el barrio es de ingresos altos o no. Tratar de reducir la brecha entre los sistemas públicos y privados en términos del desempeño.