En la Roma Antigua era más caro ser soltero, por cuenta del Aes Uxorium, el impuesto contra la soltería
En la Roma Antigua era más caro ser soltero, por cuenta del Aes Uxorium, el impuesto contra la soltería. La idea detrás de este tributo era del emperador Augusto, quien al llegar al poder, impuso una serie de leyes que buscaban recuperar la familia tradicional como la base de la nueva Roma. El impuesto a la soltería se cobraba anualmente y representaba 1% de la riqueza declarada. Inmediatamente después de casarse, el tributo dejaba de pagarse y si se contraía matrimonio con una viuda de un soldado muerto en combate, el hombre recibía una bonificación.
En Rumania sucedió algo muy parecido. Durante la década de 1970, el dictador rumano Ceaucescu impuso medidas que buscaban aumentar la natalidad en el país como la prohibición total del aborto y la obligación legal de tener hijos. Para ello, organizó un grupo de funcionarios, conocidos popularmente como la policía menstrual, que visitaban casa por casa sin previo aviso para entregar pruebas de embarazo. Si las mujeres no quedaban embarazadas durante cierto tiempo, debían pagar un impuesto de celibato.
La barba también fue objeto de fiscalización. Esto sucedió en el siglo XVI, cuando el rey Enrique VIII de Inglaterra, estableció un impuesto sobre la barba. Aunque podría ser muy sencillo dejar de pagarlo con una afeitada, en esa época la barba era sinónimo de estatus. La historia de este tributo no quedó ahí, pues en 1698, el emperador ruso Pedro I el Grande lo retomó. Pero esta vez la idea detrás del cobro era que hubiese más higiene en Rusia. El emperador tenía el objetivo de europeizar Rusia y, para él, las barbas carecían de estética, mientras que el afeitado transmitía una imagen europea y moderna.