(Portafolio) Desde el 2007, cuando empezó a regir la norma, muchas compañías han superado procesos de reorganización.
La ley 1116 o Ley de Insolvencia también ha sido llamada por muchos ‘Ley de Quiebras’, pero curiosamente para 444 compañías ha representado una salvación, pues terminaron con éxito procesos de reorganización y salieron de sus crisis.
Fuera de eso, los registros de la Superintendencia de Sociedades muestran algo que puede ser calificado casi como proezas: a pesar de haber sellado su partida de defunción al decretarse su liquidación judicial, contra todo pronóstico, salieron de ese estado y siguen funcionando.
Desde mediados del 2007, cuando comenzó a ser utilizada la Ley 1116, 1.747 firmas se valieron de las ventajas que da la norma para renegociar sus deudas bajo mejores condiciones y 1.433 se tuvieron que someter a la liquidación judicial, que es el paso previsto cuando no se ve otra alternativa diferente a la disolución para que los proveedores, trabajadores, la administración de impuestos, los bancos y otros acreedores puedan recuperar la totalidad o parte del dinero que les deben.
En un análisis de los resultados de la gestión de la Súper se ve como han concluido 436 procesos del primer tipo, mientras que siguen pendientes por saber el desenlace del resto. También han finalizado 1.047 liquidaciones judiciales.
Entre el 2013 y el 2016 se aprecia un auge significativo en el uso del sometimiento a la insolvencia, algo que el superintendente Francisco Reyes Villamizar explica, por una parte, por la crisis de los precios internacionales del petróleo, que llevó a la quiebra a muchas firmas relacionadas con ese sector económico; pero por otra parte juega la mayor confianza que ha generado la figura.
“Intentamos propiciar estos procedimientos porque es mejor que la ley resuelva en un foro sofisticado sus diferencias a que lo haga de manera subterránea”, afirma.
En lo que va de este año, hasta el 31 de julio, la autoridad societaria aceptó 95 casos de reorganización y 82 de liquidación. En los doce meses del 2016, fueron 285 y 170 casos respectivamente, pero aunque las cifras permitirían inferir que al final del 2017 el balance puede ser más optimista por la reducción de sucesos negativos para el mundo corporativo, Reyes advirtió que el segundo semestre suele ser más movido en ese campo.
¿TIENE UN PLAN?
Las razones de las crisis empresariales suelen ser variadas, y van desde entornos macroeconómicos adversos para un determinado sector –como el colapso de precios del petróleo o una plaga para el agro–, hasta la devaluación –porque se obtienen menos dólares por las exportaciones mientras que los gastos son los mismos–. También puede ser este el precio de un mal cálculo al incurrir en un crédito que se hace inmanejable, o la falta de innovación.
El especialista en insolvencias Manuel Castillo, de la firma Escudero Giraldo Abogados, apunta que, con frecuencia, sobre todo las empresas familiares, permanecen bajo la misma dirección por muchos años y sin renovar su manera de hacer las cosas ni adoptar nueva tecnología, por lo cual se ven rebasadas por otras más jóvenes.
En la reorganización, a cambio de condiciones más laxas para el pago de la deuda y para conseguir recursos frescos, el empresario debe mostrar un programa en el que muestre que puede revertir la situación, no solo con un plan de desembolsos, sino de disminución de gastos y una estrategia para allegar nuevos ingresos.
Castillo asegura que un factor indispensable es estar dispuesto a los cambios profundos, si se requieren. En ocasiones, incluso, la solución es mudarse de nicho de mercado o dar un viraje profundo a los productos y servicios.
En promedio, en Colombia la demora es de 18 meses desde que se le pide a la Supersociedades la admisión del proceso, pasando por la calificación y graduación de acreencias, hasta el paso crucial de lograr un acuerdo con los acreedores. Después, si se incumplen los compromisos, la decisión suele ser liquidar, pero hay procesos excepcionales, como el que cursa el equipo de fútbol Cúcuta Deportivo, que ha tenido siete audiencias por incumplimiento y los acreedores terminan dándole nuevos plazos.
Reyes apunta que, en general, menos de la mitad de las firmas que buscan reorganización terminan liquidadas. Aún así, Castillo anota que no siempre ese tiene que verse como el peor de los finales: “Este escenario es mejor en situaciones en las que la empresa solo tiene uno o dos contratos, y con estos pretende salir adelante, pero resulta que se pueden terminar en cualquier momento y quedar con cero ingresos; o cuando el pasivo es demasiado alto”.
GESTA PARA SOBREVIVIR
En el poco nutrido club de los que tenían orden de liquidación judicial y luego revirtieron ese paso hacia una reorganización que asegurara conservar los empleos y continuar la producción, están la fábrica de muebles Saporiti Ltda, Ladrillera Las Mercedes S.A. y Tintorería Servicolor S.A. (las tres de Medellín); Ever Green Comunica-tions S.A. y Alfa Servicios de Transporte Ltda (las dos de Bogotá), la fábrica de calzado de cuero y piel Parra Hermanos e Hijos Ltda (Bucaramanga) y Oleaginosas Las Brisas S.A. (Puerto Wilches, Santander). Castillo indica que esto solo es posible con la gran habilidad de quie- nes guían estos procesos y con el compromiso de accionistas y acreedores.
@nesperiodista