El trabajo y el hogar son ámbitos distintos, pero ámbitos que están íntimamente relacionados: son permeables entre ellos y se encuentran interconectados en su cotidianidad. Afirmaciones como: “A mí no me importan sus problemas personales o familiares” o “su vida privada no es de relevancia para la empresa”, revelan, además de estilos directivos de dudosa eficiencia, una ignorancia grave acerca de la realidad de las personas.
 

La vida cotidiana, en concreto el trabajo y la casa, incide directamente en el desarrollo y la definición de nuestra identidad; es decir, influye en la delimitación, características y prioridad de los roles que asumimos a lo largo de nuestro día. Los múltiples requerimientos que la ocupada y complicada vida actual nos presenta exigen de cada persona constantes decisiones acerca de qué hacer, cómo y cuándo hacerlo, lo que va definiendo y redefiniendo la respuesta a la pregunta “¿Quién soy y cómo me relaciono con los demás?”.

Los estudios sobre organizaciones han vuelto su mirada al papel que juegan los ámbitos organizacionales en la definición de identidad y cómo los miembros de las empresas negocian los diversos temas alrededor del ‘sí mismo’ en los contextos laborales.
 

La identidad tiene que ver con casi todo: desde fusiones, motivación y búsqueda de sentido, hasta etnicidad, emprendimiento y emociones, pasando por políticas, participación y equipos de proyectos. En pocas palabras, afectan los procesos y objetivos de las empresas, e impactan en los resultados.
 

Esta circunstancia ha puesto en primera línea de la investigación y la práctica el papel que juega tanto el hogar como el trabajo en esa definición de identidad. Una prueba de ello fue el congreso internacional ‘Hogar e identidad: el nexo público-privado’, realizado en Roma hace unos días y que contó con la participación de investigadores, profesionales, docentes y estudiantes de diversas culturas y disciplinas. 
 

El evento, organizado por la Università degli Studi Roma TRE y la University of Waikato (Nueva Zelanda), y patrocinado por la Home Renaissance Foundation y la Fondazione Oikía, convocó trabajos, presentaciones y asistentes de lugares como Kenia, Irlanda, Reino Unido, Filipinas, Francia, Italia, México, Colombia, España, Israel y Emiratos Árabes Unidos. Allí, se resaltó la importancia y riqueza de una aproximación interdisciplinar a esta problemática.
 

Y es que, independientemente de las culturas y la procedencia, el tema tiene consecuencias e incide en los diversos niveles: micro, mezzo y macro.
 

Especialmente ahora que la presencia de la mujer en la fuerza laboral desdibuja y borra más esa diferenciación de ámbitos que la división tradicional del trabajo había estructurado: lo público para la actividad externa laboral realizada por los varones, y lo privado para las actividades internas de cuidado realizadas por las mujeres.
 

Las investigaciones presentadas en este congreso parecen indicar, para el caso de la mujer, que las condiciones económicas o sociales no están dadas para que esta pueda optar, por ejemplo, por quedarse en casa. Los movimientos que permitieron que esta pudiese desarrollarse en el ámbito público, en lo laboral y en lo político, parecen no haber sido suficientes para asegurarle la libertad, si así lo desea, de permanecer en lo privado con unos mínimos reconocimientos y protecciones, o armonizar ambas esferas y no perecer en el intento. 
 

El hogar, en concreto el cuidado de los hijos, se ha convertido para la mujer directiva, profesional y trabajadora de nuestros días en un anhelo insatisfecho. Las circunstancias económicas que exigen al menos dos fuentes de ingresos para el hogar, así como la rigidez de los ámbitos laborales, dificultan y en ciertas culturas anulan por completo la posibilidad de una armonía enriquecedora, que afecta a los varones también. Ambos, varones y mujeres, en su toma de decisiones cotidianas negocian continuamente los roles y tareas que asumen y realizan, definiendo y redefiniendo en el proceso su identidad personal, familiar y laboral. Pero esa negociación no es necesariamente pacífica y el precio a pagar para las empresas es entonces la falta de motivación, de compromiso, de creatividad, el estrés laboral, el ausentismo, entre otros. 
 

De igual manera, cuando elementos de lo privado irrumpen en lo público, las estrategias personales que se usan impactan a la organización y a la persona. Por ejemplo, el cómo manejan las mujeres embarazadas su identidad laboral repercute en el clima organizacional y facilita o dificulta las relaciones interpersonales. Ellas pueden preservar su identidad laboral manteniendo el ritmo de trabajo y no pidiendo tratamiento especial debido a su condición; o pueden extra-compensar esforzándose más en el trabajo, o todo lo contrario. La identidad profesional de varones y mujeres también se ve afectada, por poner otro ejemplo, cuando su lugar de trabajo se traslada al hogar.

Trabajar desde la casa afecta el cómo se redefine la identidad laboral y las condiciones de éxito o fracaso de este modo de trabajar pasa por identificar los elementos identitarios que entran en juego. 
 

Lo dicho hasta ahora es una pequeña muestra de la importancia del vínculo intrínseco entre el hogar y el trabajo, lo público y lo privado, en la definición de la identidad de las personas, razón por la cual no sería prudente para el directivo ignorar esta realidad si de desarrollar personas y alcanzar resultados se trata.  

tomado de:portafolio.co