¿Por qué el país requiere de nuevo otra reforma?
Primero, porque se necesitan recursos para reponer la caída en los ingresos del Gobierno –que pueden ser de 8 billones de pesos anuales–, por el desplome de las rentas petroleras. Lo segundo es que la estructura tributaria es poco amigable con la inversión, el funcionamiento de las empresas y la actividad productiva. Lo tercero, que la estructura tributaria es poco progresiva, no contribuye a mejorar la distribución del ingreso.
¿A qué le llama reforma estructural y equitativa?
A la que diseñe un sistema que mire integralmente la tributación que hacen personas, empresas, y que trate de responder por varios principios: que quienes reciben ingresos iguales tributen lo mismo; que quienes reciben ingresos mayores tributen más. Un sistema que simplifique los procesos y que sea eficiente, que posibilite un recaudo que garantice adelantar las funciones del Estado. Que sea amigable con el crecimiento económico y con la inversión.
Son las mismas razones de la reforma del 2012...
Es pretencioso querer solucionar todo en una sola reforma. La del 2012 hizo avances muy importantes. El hecho de haber bajado sobrecostos a la contratación laboral formal, cuya baja se reemplazó por el impuesto Cree, tuvo un componente estructural: ha ayudado a la generación de empleo formal y a la reducción del desempleo. Pero ya en el 2012 planteábamos que era insuficiente. Estábamos confiando demasiado en las rentas que generaba en ese momento el sector petrolero.
¿Cómo puede ser equitativo aumentar la tasa del IVA?
Los que gastan más, que son los de ingresos más altos, contribuyen más. La contribución a través del IVA es progresiva. Más en Colombia, donde productos masivos como medicamentos o alimentos, o no están gravados o lo están a tarifas más bajitas. Cuando se paga IVA, los recursos se pueden utilizar para generar apoyos que beneficien particularmente a los más pobres.
Los colombianos les temen a propuestas que apuntan a poner a pagar impuestos hasta a los más pobres.
Los temas tributarios son y serán siempre impopulares. Pretender no serlo puede conducir a errores grandes. Está extendida la idea de que para que no pongan a tributar a las personas hay que poner a tributar a las empresas, como si las empresas no tuvieran personas detrás. Se cree que persona natural es el trabajador, cuando hay personas naturales que derivan rentas del capital y ahora tienen exención sobre sus ingresos. Hay que distinguir entre las personas naturales, que pueden ser ricas o pobres, y las empresas, que son más bien instrumentos a través de los cuales se generan ingreso y empleo.
¿A quién se debe gravar, entonces?
Hay temas relativamente lógicos, como reducir la exención que tienen rentas de capital sobre la distribución de dividendos. Algo que debe ir acompañado de una menor tributación de las empresas para que quienes paguen sean los dueños de las empresas, que son ricos, y no unas empresas que no son ricas ni pobres.
Las pensiones altas. Ahí hay discusiones sobre a partir de qué nivel se debe considerar alta. En Colombia, solo el 30 por ciento de las personas ganan pensión y la mayor parte reciben menos de 2 salarios mínimos. No hay ninguna razón para que una persona que gane una pensión de ese tamaño, que por demás en buena medida es subsidiada por el Estado, no contribuya con el impuesto.
tomado de:https://www.eltiempo.com/economia/sectores/director-de-fedesarrollo-cuenta-sus-expectativas-sobre-la-proxima-reforma-tributaria/15317317