Existen cinco tipos de metas financieras que ayudan a generar conciencia para que los objetivos de las personas sean realizables.
1. Metas mejorables: Los objetivos siempre deben estar destinados a mejorar algún aspecto de la vida, si alguien decide por ejemplo que quiere comprar una vivienda estará apuntándole a que en el futuro desea un lugar propio y más confortable, por lo que deberá acudir a la elaboración de un presupuesto periódicamente para estar supervisando su meta.
2. Metas específicas: Es fijarse los propósitos que se quieren lograr, definir cómo se van a alcanzar y establecer el periodo de tiempo en que se van a materializar. Si alguien se propone a mejorar su nivel académico deberá tener claro en qué se quiere especializar, realizar un balance de gastos e ingresos para tener claro de cuánto dispone y en cuánto tiempo podrá reunir el dinero necesario paras pagar la matrícula y poder iniciar los estudios.
3. Metas tangibles: Se refiere a objetivos que puedan tener un impacto importante en la vida, si alguien ha adquirido demasiadas deudas con tarjetas de crédito puede proponerse terminar de pagarlas en menos cuotas de las que inicialmente pactó.
4. Metas alcanzables: Un factor importante es ser muy razonable. Cuando una persona aspira a tener un automóvil, una vivienda, montar un negocio y estudiar, y define que todo será al mismo tiempo, probablemente no estará priorizando lo que quiere y alcanzar sus metas al tiempo se le convertirá en un verdadero dolor de cabeza.
5. Metas superables: Cuando se fijan planes no hay que descuidar las obligaciones ni su bienestar actual, el objetivo de adquirir un bien no debe afectar el pago de otras deudas. Para realizar un viaje de vacaciones por ejemplo no se le debe quitar presupuesto al pago de los servicios públicos o adquirir deudas que después sean impagables.
Tomado de: cuadresubolsillo.com