Algo que llama mucho la atención a quienes comienzan a transitar por el mundo de las NIIF es la cantidad de estimaciones de las que deberán valerse para producir EFPG de acuerdo con esas normas.
Es entonces cuando comienzan comentarios como los que siguen (cualquier parecido con la realidad NO ES pura coincidencia):
• “¿Cómo voy a registrar eso así, si el punto 9, literal 4 de la 8va sección del estatuto tributario reformado por la resolución orgánica quincuagésima dice que el comprobante de respaldo de ese tipo de transacciones es…. (aquí, incluya el listado de comprobantes legales/fiscales que se le ocurra)?”
• “No puede reconocerse ese activo en los estados financieros de la entidad, si no existe un comprobante que avale que sea de su propiedad…”.
• “El documento dice que el préstamo es sin intereses… ¿cómo voy a incluir cosas que no están en el documento legal que avala la transferencia de los fondos?”
Ahora bien, muchas de las personas que siguen tales razonamientos, no vacilan en afirmar que la Contabilidad debe reflejar fielmente la realidad, tal vez avalando que solo es real lo que un documento legal dice que lo es, en la forma en que dicho documento lo establece.
Tomemos el último ejemplo de los más arriba planteados –para analizar uno, al menos – y tratar de entender si realmente nos manejamos por el concepto de realidad o de legalidad.
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Suponga que usted tiene cien dólares en su bolsillo. Tiene dos alternativas: usarlos para su consumo personal (comprar vestimenta, ir a un restaurante, o los “etcéteras” que quiera) o entregarle ese dinero a otra persona que requiere financiación, y que se lo devolverá dentro de 6 meses. Si pensaba usarlos para comprar alimentos porque sentía hambre, su estómago le va a enseñar una realidad irrefutable: esos cien dólares valen más hoy -para usted- que dentro de 6 meses. Aunque nominalmente sean lo mismo, usted quiere saciar su hambre hoy (¡su estómago se lo está pidiendo!). El “valor” (concepto subjetivo) depende de las circunstancias (un hombre que vive al lado de un río con agua apta para su consumo probablemente no le asigne el mismo valor a un vaso de agua que aquel que están perdido en medio del desierto). Así, su estómago acaba de enseñarle algo básico: el momento en que el dinero llega al bolsillo no es indiferente para pensar cuánto vale.
Además, debe sumarle a lo que antes le enseñó su estómago lo que luego le llevará a preguntarse su sentido común (o desconfianza): “¿me irá a reintegrar el dinero que le estoy dando, este pedigüeño?”. Claro, usted tiene ahora los cien dólares en su bolsillo, y pasan al de otro. Eso convierte cien dólares “ciertos” en una promesa; es decir, en cien dólares “inciertos”.
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Al final del ejemplo:
a) su estómago le enseñó que un dólar de hoy “vale” más que un dólar mañana;
b) su desconfianza le enseñó que “un dólar “seguro” vale más que un dólar “inseguro”.
Este principio básico de la realidad que su estómago y su desconfianza le han comunicado es lo que pretende reflejar tal o cual NIIF cuando, ante el aplazamiento del momento de un cobro o pago requiere el uso de valores descontados: que se refleje un importe que recoja la interpretación que el mercado hace del valor-tiempo del dinero (que “un dólar de hoy “vale” más que un dólar mañana”) y el riesgo específico de la transacción (que “un dólar “seguro” vale más que un dólar “inseguro””).
Por eso, para adentrarse en el mundo de las NIIF, debemos perder el miedo a contabilizar más allá de lo que dicen los comprobantes. Entre el comprobante y la información, debe mediar la reflexión que es orientada por la norma que se aplica a la transacción que tal comprobante respalda.
“Como resultado de las incertidumbres inherentes al mundo de los negocios, muchas partidas de los estados financieros no pueden ser medidas con precisión, sino sólo estimadas.” (…) “La utilización de estimaciones razonables es una parte esencial de la elaboración de los estados financieros, y no menoscaba su fiabilidad.” (NIC 8, párrafos 32 y 33).
TIPs sobre NIIF #3
“RENDIMIENTO FINANCIERO”
Para algunos que estudiamos bajo los paradigmas del “antiguo régimen” (prácticas contables “de industria nacional”, orientadas a propósitos fiscales o societarios más que al entendimiento de la capacidad que tiene un negocio de generar “caja” a partir de sus actividades) nos puede resultar algo difícil de comprender el concepto de “rendimiento financiero”. ¿Por qué? Porque durante años se nos enseñó que debíamos analizar de forma diferenciada dos dimensiones de la situación de una entidad: la situación económica y la situación financiera.
Solíamos oír: “El análisis económico de una empresa nos permite de entender su rentabilidad (rendimiento) y las causas de la misma, y se vincula con el principio de lo devengado*” (* En algunos países, el “principio de lo devengado” es llamado “causación”, “acumulación” o “devengo”). “El análisis financiero nos permite conocer la capacidad de pago en el corto, mediano y largo plazo, y se vincula con el principio de lo percibido/erogado**” (**En algunos países se llama al principio de los “percibido/erogado” como “base de caja”). Entonces, al formarnos en esa dualidad situacional, donde lo devengado permitía comprender la rentabilidad (o rendimiento) y lo percibido/erogado, la situación financiero, ¿qué es esto de “rendimiento financiero”? ¿De qué me están hablando ahora?
El rendimiento (sea medido con respecto al patrimonio, sea medido respecto al total de los activos), es una medida –en forma de porcentaje– del incremento o decremento de un nivel de inversión inicial.
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Por ejemplo, un rendimiento sobre el patrimonio (ROE) del +5% nos quiere decir que, en promedio, durante el período bajo análisis, el patrimonio de la entidad creció un 5% (es decir, que por cada cien unidades monetarias que lo conformaban al inicio, ahora encontraremos ciento cinco).
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Entonces, si seguimos relacionando al resultado – medido sobre la base de lo devengado – con el patrimonio, ¿por qué el rendimiento ahora es “financiero”?
Pensemos qué significa ese +5% del ejemplo, por un instante.
1) para que el indicador ROE sea positivo, necesariamente el numerador del cálculo (resultado) y el denominador (patrimonio) deben ser positivos;
2) para que el resultado sea positivo, y sin considerar los aportes o retiros de los propietarios:
a) los activos debieron crecer y los pasivos disminuir;
b) los activos debieron crecer más de lo que crecieron –en proporción– los pasivos;
c) los activos debieron disminuir menos que lo que disminuyeron –en proporción– los pasivos
d) (…)
En cualquiera de los escenarios posibles, lo ocurrido es que los activos netos se han incrementado en forma ventajosa respecto del nivel de inversión mantenido, a partir de lo cual se espera una mejor posición de caja futura de la entidad, toda vez que:
1) los activos nos proporcionan información sobre recursos que provienen de sucesos pasados de los que la entidad espera obtener beneficios económicos;
2) los pasivos nos proporcionan información sobre obligaciones presentes que provienen de sucesos pasados que se espera que le resten (o consuman) ingresos de beneficios económicos a la entidad en el futuro.
Es decir, que un resultado positivo le dice a los usuarios principales de los EFPG: “Señores, a raíz de la gestión del período presente, esta entidad hoy cuenta con expectativas de entrada futuras de caja positivas, en términos netos, mejores que las que poseía al comienzo del período.”
*** Nota: Fíjese que me he referido a “expectativas” de que ingresará más caja neta, y no “certeza”, porque la medición del resultado depende de la medición de los cambios en los activos y pasivos, y cuyo reconocimiento y medición siempre están sujetos a algún grado de incertidumbre.
Por lo tanto, el rendimiento es ahora “financiero” porque es una medida indirecta de la evolución de las expectativas, al final de un período, de la capacidad que una entidad tiene de generar caja en términos netos a futuro a partir de los que se gestionó en el período cerrado. Por eso, comprender el rendimiento y sus causas (analizar las partidas que componen el resultado y las demás causas que contribuyeron al aumento o disminución del tamaño del patrimonio “contable”) resulta esencial para que los USUARIOS PRINCIPALES DE LOS EFPG definidos por el Marco Conceptual de las NIIF (inversores, prestamistas y otros proveedores de recursos actuales o potenciales de la entidad que informa) puedan encontrar útil a la información que se les brinda, para decidir si, finalmente, le proveerán ese dinero a la entidad que se los pidió, si conservarán las acciones de tal entidad que hasta hoy tienen pero no saben si siguen siendo un buen negocio, o si le venderán materias primas u otros insumos a crédito a la entidad que se los está solicitando.
AL RESPECTO, LE SUGERIMOS QUE LEA LOS PÁRRAFOS OB15 Y OB16 DEL MARCO CONCEPTUAL PARA LA INFORMACIÓN FINANCIERA DEL IASB.
TIPs sobre NIIF #2
SI FUERA A PRESTARLE DINERO A ALGUIEN, O DECIDIERA INVERTIR EN UN NEGOCIO, ¿QUÉ LE GUSTARÍA SABER SOBRE EL RECEPTOR DE SU DINERO?
Siguiendo con el TIP sobre NIIF #1, donde nos propusimos clarificar el concepto de estados financieros de propósito general (EFPG), ahora le proponemos el siguiente juego de situación. Suponga por un instante que tiene ciertos ahorros, y está pensando en incrementarlos a través de alguna transacción financiera. Las alternativas que se le plantean son: a) hacer un plazo fijo en un banco; b) prestarle el dinero a un amigo, propietario de un negocio, que quiere renovar sus maquinarias para aumentar su productividad; c) asociarse con su amigo.
Para decidir cuál de los tres caminos tomar, de seguro usted va a querer conocer:
a) la capacidad de recuperar sus ahorros y de obtener rendimientos sobre los mismos en forma de mayor capital financiero (no le daría sus ahorros a un amigo que tiene fama de incumplidor, ni depositaría su dinero en un banco sobre el cual hay rumores de que sus finanzas no están lo bien que deberían);
b) la forma en que el receptor de su capital maneja habitualmente su negocio. ¿En qué gasta? ¿En qué invierte? ¿Lo hace de una forma eficaz y eficiente? ¿Qué riesgos existen para usted, por la forma en que el receptor de sus ahorros administra sus propios riesgos?
¿Le parecen lógicas estas preguntas para la situación hipotética que le acabo de proponer? Si su respuesta es sí, entonces ¡alégrese! Acaba de descubrir qué es aquello que los usuarios principales de los EFPG (inversores, prestamistas y otros proveedores de recursos de la entidad que informa) intentan descifrar a partir de la lectura diligente y del análisis de tales EFPG:
• la capacidad, calendario e incertidumbre sobre la generación de flujos de efectivo neto positivos en el futuro por parte de la entidad que informa (capacidad de repago del capital invertido y de obtener un capital financiero mayor);
• la eficiencia y eficacia con la cual la gerencia de la entidad que informa (la receptora) administra sus recursos.
La información que contenga los EFPG tiene que permitir evaluar a sus usuarios principales (insistimos: a sus USUARIOS PRINCIPALES) estas dos cuestiones fundamentales que se plantea cualquier proveedor potencial de recursos a la hora de decidir si los proveerá o no.
¡NO SE DEJE GANAR POR LA INERCIA DE LO QUE SIEMPRE HIZO! ¡NO INTENTE COMPRENDER UN NUEVO PARADIGMA CON CATEGORÍAS PROPIAS DE OTRO! Si hasta ahora su preocupación al preparar estados financieros se centraba en cuestiones fiscales o en regulaciones legales, va a tener que aprender que las NIIF no se interesan en estas cuestiones. Pero no porque no sea menester cumplir con la ley o pagar los impuestos que corresponde, sino porque no han sido pensadas para ello, sino para salvaguardar el capital de aquellos que pretenden proveérselo a una entidad, y que confía principalmente en sus EFPG para tomar la decisión de hacerlo o no. Para lo otro, seguro existirán regulaciones de carácter fiscal o legal que permitan alcanzar los objetivos que las autoridades tributarias o los reguladores persiguen. Si entiende estas cuestiones fundamentales, puede seguir progresando en la construcción de su conocimiento sobre las NIIF.
TIPs sobre NIIF #1
¿QUÉ SON LOS ESTADOS FINANCIEROS DE PROPÓSITO GENERAL (EFPG)?
Movidos por la costumbre o “lo ya conocido”, solemos asimilar el concepto de estados contables (o estados financieros, tal cual es la expresión más difundida en los países de habla hispana) con los estados financieros de propósito general (EFPG) que se elaboran a partir de las NIIF. Esto encierra una “trampa conceptual”, que si no la desarmamos a tiempo, nos podría llevar a construir nuestro conocimiento sobre las NIIF en terrenos no aptos para levantar semejante edificio. Los EFPG son informes que pretenden ser útiles a inversores, prestamistas y otros proveedores de recursos -actuales y potenciales, de la entidad que informa- para decidir acerca de proveerle recursos a la entidad que informa, o no hacerlo. Ello está claramente expresado en el párrafo OB2 del Marco Conceptual para la Información Financiera, que se refiere al objetivo de la información financiera de propósito general (de la cual los EFPG forman parte).
Esto significa que:
1. La propuesta normativa del IASB no está orientada a preparar informes que cubran las necesidades de cualquier tipo de usuario externo, sino de un tipo de usuario principal: el proveedor de recursos de la entidad que informa, ya sea actual o potencial, y que no hace parte de la gestión de tales recursos (eso no limita la posibilidad de que si otro tipo de usuario encuentra útil a la información que se produce a partir de las NIIF, la use; pero es bueno saber qué buscan alcanzar las NIIF para luego no criticar a estas normas porque no cubren cosas que jamás dijeron que cubrirían).
2. El tipo de decisiones que toma este grupo de usuarios principales es la de proveer recursos a la entidad que informa (usuarios principales con decisiones específicas). Por lo tanto, se abandona el paradigma de “toma de decisiones económicas” (concepto más amplio), por el de “toma de decisiones sobre proveer recursos” (un tipo específico de decisiones económicas).
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