Fuente: https://www.larepublica.co

Colombia terminó la negociación del TLC con los Estados Unidos y suscribió el texto del Acuerdo en Noviembre de 2006. Desde entonces, el país ha estado a la espera de que su socio comercial cumpla con el compromiso que asumió al suscribir el Acuerdo.

No se puede desconocer que la realidad política en los Estados Unidos ha sufrido cambios sustanciales frente a la que existía cuando se dio la negociación y su cierre. 

Los demócratas no solo ganaron la presidencia sino que se impusieron como mayoría tanto en la Cámara como en el Senado. 

Después de recorrer el desierto por espacio de 12 años, el Partido Demócrata llegó al poder con un fuerte compromiso político con los sindicatos, quienes fueron su soporte político y económico durante todo el tiempo que estuvieron huérfanos del poder. A los sindicatos de los Estados Unidos no les gusta que su país suscriba acuerdos de Libre Comercio, no solo con Colombia, sino con cualquier país. En opinión de los sindicatos, estos acuerdos llevan a que los EE.UU. exporten puestos de trabajo en beneficio de la contraparte. Al margen, digamos que es curioso que el mismo argumento sea esgrimido por algunos sindicalistas colombianos para oponerse al acuerdo. Alguna de las dos partes debe estar equivocada. 

En las últimas elecciones, en Estados Unidos empezó a cambiar la correlación de fuerzas y nuevamente los republicanos se hicieron a la mayoría en la Cámara de Representantes y empezaron a presionar para que se consideraran los acuerdos suscritos y estos fueran presentados al Congreso. Es bueno recordar que en la fila no solo está Colombia, también hacen parte de la espera Panamá y Corea del Sur. 

En el caso particular de Colombia, se adelantaron conversaciones que permitieron superar los cuestionamientos que alrededor de los temas de derechos humanos y política laboral habían levantado los demócratas, con el ejecutivo a la cabeza. 

Específicamente y contrario a lo que ocurrió con Corea, caso en el cual hubo renegociación del acuerdo, particularmente en el campo automotriz, los gobiernos conservaron intacto el texto del acuerdo y Colombia se comprometió a adelantar lo que se ha llamado el Plan de Acción, consistente básicamente en un programa tendiente a preservar la seguridad de los sindicalistas y a hacer cumplir efectivamente las normas laborales nacionales, aumentando la capacidad de inspección y control por parte de las autoridades. 

El compromiso del Gobierno de Colombia de llevar a cabo el Plan de Acción, permitió que el Gobierno estadounidense asumiera el compromiso de presentar el acuerdo al Congreso norteamericano. 

El ejecutivo estadounidense notificó al Congreso sobre ello y de esta forma disparo el proceso que debe permitir que, a partir del anuncio, en los 60 días siguientes, el tratado efectivamente llegue al Congreso. 

Sin embargo, la semana pasada el Ejecutivo americano, por segunda vez, se echó atrás en su compromiso con Colombia, al anunciar que no presentará el acuerdo al Congreso hasta tanto no se resuelva el asunto de la aprobación del TAA, o Acuerdo de Asistencia a los trabajadores afectados por los acuerdos comerciales. 

Nuevamente Colombia queda inmersa en una disputa domestica entre demócratas y republicanos. 

Los republicanos se oponen a aprobar este proyecto de asistencia a los trabajadores y los demócratas supeditan el avance de la legislatura a la aprobación de este programa. 

La pregunta que surge es: ¿qué vendrá después?

Tomado de: https://www.larepublica.co/archivos/OPINION/2011-05-27/tlc–que-vendra-despues-_129525.php