Fuente : www.larepublica.com.co

Subsidios al desempleo

Desde los años 80, el desempleo en buena parte de los países de Europa ha sido muy superior al de Estados Unidos.

Este dato desencadenó múltiples esfuerzos de los economistas tratando de entender las causas de la discrepancia. Una corriente de economistas cree que la explicación está en la legislación. Los países europeos-argumentan-tienen esquemas de protección mucho más generosos que Estados Unidos. Por ejemplo, si un trabajador en Europa pierde el empleo, Europa es más generosa que Estados Unidos a la hora de pagarle un seguro de desempleo. Estos economistas sugieren que los seguros de desempleo pueden perpetuar la desocupación. La hipótesis es que con un seguro de desempleo generoso, el desocupado tiene menos incentivos de buscar de forma activa un empleo. Además, en caso de recibir ofertas de empleo, tendrá menos afán de aceptarlas. Adicionalmente, la financiación de estos programas aumenta las cargas tributarias que suelen afectar la eficiencia de la economía y por tanto el nivel de empleo. Los contradictores de esta teoría resaltan que la legislación europea ya existía en los años 60 y 70 y en esa época el desempleo europeo y el de Estados Unidos eran similares.

La discusión se ha vuelto a poner de moda. La administración de Obama aumentó recientemente el cubrimiento que reciben los desempleados. Antes de la crisis, el seguro de desempleo se agotaba a las 26 semanas; ahora, puede durar hasta 99 semanas. Robert Barro, economista de la Universidad de Harvard, estima que este acto de generosidad se convirtió en un subsidio al desempleo. Según sus cálculos, si el gobierno no hubiera extendido los beneficios, la tasa de desempleo en Estados Unidos sería de 6.5%, es decir, estaría tres puntos por debajo de los registros recientes.

En Colombia puede haber ocurrido algo similar con la informalidad. Los altos impuestos y parafiscales hicieron que muchos trabajadores de baja calificación se fueran moviendo hacia la informalidad. El Estado, al ver que una porción importante de la población carecía de cubrimientos sociales básicos, se fue inventando una serie de ayudas y subsidios para esa población. Paradójicamente, la receta puede haber perpetuado el problema; estamos en una trampa de alta informalidad y de subsidios que hacen poco atractivo salir de ella. Es posible que esa trampa explique paradojas como la de Pereira: una ciudad con un desempleo cercano al 20 por ciento convive con las quejas de los caficultores sobre la dificultad de encontrar mano de obra para recoger la cosecha de café. ¿Estaremos desde el Estado subsidiando la informalidad y el desempleo? ¿Estarán las remesas reforzando esa trampa?

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