Fuente: www.larepublica.co

Sin embargo, la sociedad ha identificado a la expresión de las emociones como la “parte más débil” de las personas. Y la capacidad intelectual se basaba casi exclusivamente en su capacidad para la lógica y el pensamiento.

Es por eso que el ambiente laboral siempre se ha consolidado como un entorno en el que debe primar la lógica y la racionalidad, y con ello, adjunto están los horarios estrictos, la ordenación eficiente del trabajo y la restricción de las emociones y los sentimientos. Pero, en una práctica en la que convergen varios seres humanos, ¿cómo saber hasta qué punto es permitido demostrarlos o no?

Según el estudio Ramstad sobre la personalidad del trabajador contemporáneo, en relación con las emociones dentro del ámbito laboral, los varones pueden ser más calculadores e inexpresivos, mientras que las mujeres son más emocionales. Pues mientras ellos se inclinan por la contención de sentimientos, ellas optan por dar apoyo a superiores y compañeros.

Es así como la “revolución afectiva” ha empezado a tomarse el escenario productivo en los últimos años, en la que empresarios y directivos se han dado cuenta que las emociones de los empleados forman parte de lo que ocurre en una organización. Por lo cual, al acudir al trabajo, hoy los empleados también llevan consigo no sólo su cerebro y, a la vez, sus emociones. Emociones y sentimientos que determinan los resultados de cada uno de ellos en su área productiva.

De acuerdo con las investigaciones realizadas por Kim Elsbach, profesora de management en la Universidad de California, quien se ha dedicado a estudiar durante tres años las consecuencias que implican emociones como el llanto en el trabajo, “las mujeres son más proclives que los hombres a tener esta reacción, ya que su modo de socializar es diferente. Además, la mayor parte de los hombres han sido educados `para no llorar`, y reprimir las emociones es un acto reflejo del que ellos no se percatan”.

Elsbach añade que “infortunadamente, las lágrimas en el trabajo se perciben con un desdén especial y las consecuencias para ellas son particularmente perjudiciales”.

El asunto radica entonces en saber mostrar las emociones. Es así como el manejo adecuado de éstas se convierte en un elemento de valor tanto en la vida personal como en la profesional. De hecho, cuando el control no es posible, pueden surgir fácilmente efectos perniciosos de las emociones negativas, sentimientos irracionales que sobrecargan al individuo y que transforman hábitos que pueden entorpecer el desempeño laboral.

Casos como los que ejemplifica la revista Forbes así lo demuestran, al citar las historias de directivas estadounidenses que públicamente critican la manifestación de este tipo de emociones en la oficina por parte de las mujeres.

Martha Stewart, ejecutiva y emprendedora de los medios, decía siempre durante su etapa de conductora del reality de negocios El Aprendiz, la frase “llora y estás despedida. Las mujeres no lloran en el trabajo”. Al igual que la magnate de las relaciones públicas, Kelly Cutrone, que frente a éste fenómeno decidió escribir un libro en ese sentido, con un título revelador: Si tienes que llorar, sal fuera.

De ahí que, aunque la línea entre la vida privada y la esfera laboral se ha tornado cada vez más delgada, por lo que aquello que antes se consideraba como un comportamiento estrictamente privado se refleja ahora en el trabajo, la sociedad, en particular el medio productivo, suele aconsejar que aquellas emociones que podemos expresar en casa no las llevemos al terreno laboral, pues éstas, aunque el mundo se ha transformado aún no son muy bien recibidas en dicho terreno.

Por lo cual, la clave está en utilizar las emociones de forma inteligente, para que trabajen en beneficio propio, de modo que contribuyan a controlar ciertas conductas y nuestros pensamientos en pos de mejores resultados.

Hoy no basta con un alto coeficiente intelectual para triunfar profesionalmente, se requiere de un control emocional adecuado, el cual nos permita tener una interacción armónica en nuestro ambiente laboral y una relación efectiva con socios, colegas, empleados, proveedores y clientes.

El efecto del humor en la oficina

Las investigadoras especializadas en el ambiente laboral encontraron que tanto un estado de ánimo positivo como negativo afectan la productividad del trabajador. Sin embargo, el efecto causado por el buen humor resulta ser mucho más poderoso.

Además, también descubrieron que el humor con el que se llega al trabajo tiene un efecto mayor sobre el estado de ánimo del resto del día.

En opinión de Howerd Rothbard, este descubrimiento sugiere se podrían mejorar los resultados de un negocio ayudando a los empleados a sobrellevar las cosas que les ocurren en sus vidas privadas y afectan a su estado de ánimo, con acciones como por ejemplo consejos que minimice las molestias asociadas al transporte diario u ofreciendo asesoramiento para resolver problemas familiares.

“El hecho que el humor con el que se comienza el día tenga un efecto tan poderoso y consistente es bastante impactante”, dice Rothbard. “Es algo que las empresas no toman en serio, pero que deberían empezar a hacerlo”.

Las opiniones

Anne Kreamer

Autora de It`s Always Personal

“Lo habitual era relacionar el escenario laboral con aspectos racionales, privando las emociones. Hoy en día ya no es así, puesto que el trabajo y la vida familiar caminan juntos.”

Donald Gibson

Catedrático de Dolan School of Business, Fairfield

“Las emociones siempre tienen efectos sobre los resultados laborales, las decisiones, las tasas de rotación, el trabajo en equipo, las negociaciones y el liderazgo”. 

Tomado de: https://www.larepublica.co/archivos/ALTAGERENCIA/2011-07-12/las-emociones-un-arma-de-doble-filo-en-el-terreno-laboral_132813.php