Fuente :https://www.dinero.com
El consumo de alimentos Kosher se está disparando en el país. Más de cien empresas colombianas ya están certificadas con este sello de la comunidad judía.
El consumo de alimentos Kosher se está disparando en el país. Más de cien empresas colombianas ya están certificadas con este sello de la comunidad judía.
“El hombre es el producto de lo que come y come producto de lo que piensa”. Esta es la filosofía fundamental del Kosher, un principio judío consignado en la Biblia que significa “adecuado” e indica que el hombre debe tener ciertas reglas de autocontrol que rijan su vida desde que se levanta hasta que se acuesta. Estas reglas giran en torno a la alimentación y en ellas se incluye qué tipo de carnes comer, cómo deben ser sacrificados los animales y qué ingredientes se pueden mezclar.
Las reglas Kosher eran algo que tradicionalmente solo se observaba en las casas de los judíos. Los animales eran sacrificados por rabinos locales, el pan se compraba en panaderías Kosher especializadas y todo era cocinado según las 613 leyes bíblicas y sus 613 incisos. Pero cuando en la década del treinta aparecieron en el mundo los alimentos procesados y empacados, los consumidores Kosher comenzaron a demandar productos hechos a su medida y crearon agencias de certificación para que alimentos en serie se pudieran consumir según sus leyes.
Esto permitió una gran expansión de este mercado de alimentos, el cual hoy representa, según la agencia de mercadeo Lubricon, más de US$13.000 millones en ventas anuales en el mundo.
Colombia no ha sido ajena a esta tendencia. Carulla, por ejemplo, vende $500 millones al año en estos productos, para lo cual destina amplios espacios en sus tiendas (el Carulla de la calle 85 en Bogotá ha dedicado todo su segundo piso a promocionar productos Kosher). Este ejemplo también lo han seguido cadenas como Carrefour y Surtifruver, que están destinando áreas especializadas a la comercialización de estos alimentos.
Lo interesante es que no solo la comunidad judía demanda los alimentos Kosher. En Colombia, 80% de los consumidores están por fuera de este grupo, según señala el director del equipo rabínico de la marca de comida Kosher Cibre, Rabino Moshe Yerushalmi. La tendencia a un estilo de vida más saludable está disparando el consumo de estos alimentos, sin importar la afiliación religiosa de las personas.
En este sentido, tener el sello Kosher se está volviendo tan o más importante que las certificaciones tradicionales. El Rabino Nissim Hilu, fundador de la agencia de certificaciones One Kosher, señala que, si bien Colombia es un mercado que apenas está empezando, se observa cómo empresas de alimentos están demandando cada vez más la certificación con el objetivo de ser más competitivas, sobre todo en los mercados internacionales. “La primera vez que vine a Colombia fue en 1996 y en ese entonces había dos empresas certificadas. Hoy son cerca de cien y la proyección es que este número crezca a un 15% anual”, indica.
Por ejemplo, empresas como Alpina, Casa Luker, Productos el Rey, Grasco, Kellogg’s, Noel, Parmalat y Levapan están certificadas en Colombia.
Además de la certificación de productos terminados, está por supuesto la de los ingredientes, dado que, si estos no cumplen con las especificaciones, el alimento final tampoco lo hará. Consciente de esta realidad, Sucromiles, empresa productora de materias primas para la industria, desde hace 20 años está certificada como Kosher en insumos alimenticios como el ácido cítrico y el vinagre. Gracias a esto hoy puede exportar 85% de sus productos a mercados donde si no lo hacía perdería competitividad, como Estados Unidos, Israel y Europa.
“Certificarse no es costoso -dice el Rabino principal de la Comunidad Hebrea Sefaradí de Bogotá-, Avi Amsalem, pues es una actividad sin ánimo de lucro que busca que la comunidad judía tenga una buena oferta de productos para consumir”. En Colombia, la certificación anual que ellos entregan cuesta entre $3 millones y $5 millones, dependiendo de los mercados que se quieran penetrar y de la complejidad de los procesos. Por supuesto, a esto se suman las inversiones que la empresa debe hacer para garantizar las buenas prácticas como, por ejemplo, el riego de agua ozonizada y tratada con UV.
De un principio religioso surgió una gran transformación en el modelo de consumo de alimentos en el mundo. Colombia ya se permea por esta gran oleada, no solo por salud y calidad, sino también porque se ha convertido en un importante diferenciador para poder ampliar el mercado adentro y afuera. El certificado Kosher se convirtió prácticamente en una moneda de cambio a nivel mundial y, a quien no la tenga, le va a quedar cada vez más difícil competir, no solo con sus pares internacionales, sino también con sus pares nacionales que ya se están poniendo a la vanguardia de las tendencias de consumo que rigen el mundo de hoy: cuerpo sano, mente sana.
Tomado de :https://www.dinero.com/edicion-impresa/negocios/fiebre-kosher_83249.aspx