Este autoritarismo era llevado a los salones de clase y los lugares de trabajo, donde los maestros y gerentes simplemente reemplazaban a los padres como las personas cuya palabra era ley.
Pero las actitudes han cambiado y, en estos días, si hay algo que me molesta es cuando alguien dice: "Bueno, está bien. Eres el jefe".
Porque en la mayoría de los casos lo que esa persona realmente quiere decir es: "Está bien, entonces.
No estoy de acuerdo contigo, pero lo haré porque me lo dices. Si no funciona, seré el primero en recordar a todos que no fue mi idea".
En el mundo empresarial de hoy, doblegarse ante el jefe es anacrónico.
Y, a la inversa, ser mandón no es un atributo deseable en un gerente ni nadie más.
Afortunadamente, las actitudes han cambiado tanto en la casa como en el lugar de trabajo.
El debate sano era una forma de vida en nuestra familia. Aunque mi madre regularmente tenía la última palabra (y la sigue teniendo), mis hermanas y yo fuimos alentados a expresar nuestros pensamientos acerca de casi todo.
Sin embargo, la escuela era una historia diferente.
Mi dislexia y rebeldía significaron que estaba destinado a ser mi propio jefe. O, como me dijo la directora de la Stowe School cuando deserté en la adolescencia: "Felicidades, Branson. Predigo que irá a prisión o se convertirá en millonario".
Según resultaron las cosas, desde ese día siempre he tenido la suficiente suerte de ser mi propio jefe y terminé tras las rejas sólo una vez, ¡pero por muy poco tiempo!
El latín nunca fue mi materia favorita en la escuela –de hecho, no creo que tuviera una materia favorita, aparte de los deportes–, pero una palabra en la clase de latín que me quedó grabada fue el verbo educere.
Recuerdo quedar muy sorprendido al enterarme de que la raíz de la palabra 'educación' realmente significa 'guiar'.
Hasta ese momento, pensaba en la educación como solamente 'atiborrar'.
Y mientras un mal maestro de escuela, como un mal jefe, ciertamente enseñará o administrará atiborrando de sus opiniones a quienes están a su cargo, un buen maestro o líder corporativo hará lo contrario y absorberá las opiniones e ideas de sus estudiantes o asociados.
Si está notando que usted y sus gerentes están encontrándose, pese a sus mejores esfuerzos, en la posición de dar órdenes en vez de escuchar las decisiones de sus empleados, primero dé un vistazo cercano a cómo está distribuido el espacio de su oficina.
Mucha de la estructura gerencial tradicional empieza con el plano físico real de la mayoría de los edificios de oficinas, que la refuerza desde la oficina de la esquina en el piso superior hasta llegar a los espacios más oscuros otorgados a los empleados de "menor nivel" en la planta baja o en un sótano sin ventanas.
Esos planos de distribución jerárquicos a menudo están ausentes en los lugares de trabajo innovadores.
No construimos una sede mundial de cristal y concreto para el Virgin Group.
He pasado mi carrera trabajando desde tres lugares: una casa flotante, mi casa y una hamaca.
Nuestras compañías están ubicadas en edificios que son adaptados individualmente a sus necesidades, mientras que el domicilio de lo más cercano a una oficina sede dice: 'La Escuela Antigua', que no es más que una catedral corporativa.
Desde los primeros días de nuestra compañía, cuando colocamos pufs en nuestra tienda de discos, invitando a los clientes a escuchar música y charlar con nuestro personal en vez de tratar de venderles algo rápidamente y hacerlos salir del local, he sido un antiguo fanático de las distribuciones abiertas para las oficinas.
La mayoría debería tener espacios de intercambio de ideas comunales, salas de estar y áreas de cocina donde los compañeros de trabajo se reunieran naturalmente para conversar.
Las paredes de las oficinas, las puertas, los escritorios y los mostradores son barreras para la comunicación.
Y ahora dé un vistazo a sí mismo: un líder es muy diferente a un jefe. Muchos directores ejecutivos son jefes, no líderes, dirigiendo a sus empleados desde muy atrás de las líneas del frente.
Pero sentarse en el salón de consejos a escuchar los informes más exhaustivos del frente nunca puede compararse con estar ahí y verlo uno mismo, escuchar y comprender esas interacciones con sus clientes por sí mismo.
Si no está frecuentemente encabezando la carga con sus empleados, simplemente no puede mantener el contacto con las realidades de su negocio.
Así que la próxima vez que alguien le diga: "Está bien, usted es el jefe" mientras se dirige a la puerta, deténgalo.
Diga: "No realmente; estamos en esto juntos. Así que regresa y dime ¿qué estarías haciendo con esto si estuvieras en mi lugar?"
Mejor aún, la próxima vez visite a esa persona en su espacio de trabajo, quédese un turno o unas horas a su lado, y busque su opinión sobre cómo van las cosas.
Los buenos ejemplos son contagiosos y también lo es el verdadero liderazgo.
Tomado de:portafolio.co