“Pónganse cómodos, cierren los ojos, respiren hondo”, susurra una mujer.
“Si sienten que sus pensamientos vagan, está bien”. Suenan cuencos tibetanos.
La sesión de ‘meditación de atención plena’ ha terminado y todo el mundo vuelve a su oficina.
La sala de conferencias de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), en un edificio de oficinas en el centro de Washington, no se parece en nada a un templo budista.
Y la sesión que Klia Bassing, de 38 años, acaba de dirigir para doce empleados durante la pausa para el almuerzo, no es el último capricho de habitantes de las ciudades en busca de espiritualidad.
La ‘meditación de atención plena’, que ha hecho furor en los últimos años en Estados Unidos y el mundo occidental, ha sido aclamada por los científicos por sus beneficios para reducir el estrés, luchar contra la obesidad, la depresión o incluso los problemas digestivos.
La ‘atención plena’ (‘mindfulness’ en inglés) consiste en tomar conciencia del momento presente”, explica a la AFP Bassing, que da cursos en el Banco Mundial, en gabinetes de abogados y en aseguradoras de Washington.
“Por lo general, nuestra mente piensa en cualquier cosa, menos en el momento presente. Anticipa los acontecimientos, se preocupa, hace planes o reflexiona sobre algo sucedido”, dice la instructora, quien fundó el centro Visit Yourself at Work.
“Con la atención plena, se vuelve al momento presente, se siente lo que está pasando ahora”, señala.
Sentados alrededor de la mesa, con los ojos cerrados, los participantes escuchan a la mujer, que los invita a relajarse y concentrarse en la respiración.
El ambiente es tranquilo, la instructora habla en voz baja: “Sientan el respaldo de la silla, sientan la parte del cuerpo que está en contacto con la silla, sientan lo que no es”.
Después de media hora, todo el mundo se levanta y regresa a su oficina, a sus colegas, abogados, administrativos o editores.
Patti Delande asegura sentirse bien.
Esta experta en computación de 42 años asiste al curso de Klia desde que comenzó, hace cuatro años: “Cuando me iba a la cama, había un torbellino de pensamientos en mi cabeza, tenía problemas para conciliar el sueño. Manejo mejor mis emociones ahora porque soy consciente”, cuenta.
Laura Labedz, una analista de 29 años, también aprendió a utilizar esta técnica para su trabajo. “Si veo que estoy molesta por algo, puedo señalarlo, me ayuda a mantener distancia”, dice.
La meditación es común a muchas religiones, pero “uno no tiene que ser religioso para practicarla”, afirma la instructora.
De hecho, en la década de 1970, científicos estadounidenses como Elmer Green y Herbert Benson fueron a Oriente a estudiar la actividad del cerebro durante esta práctica. Jon Kabat-Zin , profesor de medicina y un poco el ‘Papa’ de la ‘atención plena’ en Estados Unidos, desarrolló luego en la década de 1980 una técnica para reducir el estrés (MBSR), muy popular.
MEDITAR, PRÁCTICA MILENARIA YA NO TAN RELIGIOSA
La práctica, surgida del budismo, pero que perdió su connotación religiosa, ha originado miles de libros, sitios web, cursos, centros terapéuticos, estudios e incluso programas hospitalarios.
La “medicina ha evolucionado y reconoce que la mente y el cuerpo están conectados”, algo que “los monjes budistas y yoguis han sabido por mucho tiempo”, dice Susana Galle, neuropsicóloga en Washington.
La meditación de ‘atención plena’ modifica la actividad de la amígdala, un área del cerebro que genera la ansiedad y la ira, y produce BDNF, una proteína beneficiosa para la actividad neuronal, añadió. En EE. UU., Apple, Google, el grupo de alimentos General Mills o la aseguradora Aetna ofrecen sesiones a sus empleados.
tomado de: https://www.portafolio.co/portafolio-plus/meditacion-el-trabajo