La apertura internacional de la economía colombiana ha obligado a que los socios de las firmas de abogados complementen su bagaje con varios aspectos, en especial la capacidad de un relacionista público, y combinar funciones administrativas y técnicas.

El concepto de directivo de un bufete cambió por el hecho de que estos ya no son meros despachos de consulta y litigio, sino estructuras empresariales que pasaron de afrontar retos regionales y nacionales, a la demanda de inversionistas extranjeros que han llegado al mercado colombiano con los Tratados de Libre Comercio (TLC).

“Con el tiempo se ha visto un cambio importante. Ahora hay que merecer ser socio y trabajar para alcanzarlo, y ya no se trata solamente de ser varón o tener el mismo apellido de los demás, sino de destacarse individualmente como profesional”, reconoce Enrique Gómez-Pinzón, socio ejecutivo de Holland & Knight.

Los especialistas consultados por LR coincidieron en que varios aspectos cambiaron “sustancialmente”, a raíz de los acuerdos comerciales que ha firmado el Gobierno con Corea del Sur, Estados Unidos y la Unión Europea, y “la estabilidad” que en los últimos 10 años ha conseguido el país, como lo destaca la última edición de la guía legal británica Chambers and Partners.

“Antes había el abogado que armaba su oficina, traía clientes y trabajaba con ellos. Ahora en la medida en que haya mayor organización, eso se traducirá en mayores ingresos”, dice Carlos Sánchez Cortés, socio de De la Espriella Lawyers Enterprise.


Vocación organizacional

Las diferencias son marcadas: manejo fluido del inglés, escrito y hablado; dominio de público; ser adaptable a nuevas normas, tratados y negocios; poseer una gran base académica con posgrados en universidades de Estados Unidos y Europa; una edad mínima promedio de 33 a 40 años y no menos de una década en el ejercicio. Y aunque no sea un requisito, recomiendan la experiencia en la docencia para afinar las habilidades verbales y el interés por la investigación.

Sin embargo, otras dos cualidades son resaltadas por todos los socios contactados, al punto que son mencionadas casi que como exigencia: vocación empresarial y desarrollar, de alguna manera, habilidades de relacionista público.

Carlos De la Pedraja, director de la universidad española IE Law School, explica que la relación cliente-representante se caracteriza hoy porque no está -ni puede estar- marcada por el tradicionalismo.

“Antes un abogado esperaba que un cliente ingresara a la oficina. Los despachos colombianos siempre han entendido muy bien a los clientes y han dado ese paso hacia delante, vendiendo sus servicios, haciendo operaciones sofisticadas de fusiones de salidas al exterior. En eso, es innovador en un sector que en otros mercados sigue siendo muy localistas. A eso llamo innovar”, dice.

Que las firmas sea hayan convertido en organizaciones empresariales, con misiones y objetivos acordes a ello, también ha conllevado a que estas se preocupen por incluir en sus modelos la prioridad por el recurso humano, con capacitación por ejemplo.

Los bufetes hoy, además, enfatizan en que tanto sus socio como asociados ofrezcan un servicio que esté principalmente alineado con los objetivos quien lo demanda. No obstante, todavía son aceptados y reconocidos los socios que compensan su limitada base académica con una amplia experiencia y el reconocimiento de años en un área de la abogacía.

La experiencia es uno de los aspectos más importantes. Sánchez Cortés también menciona que en el mercado legal colombiano hay socios de grandes firmas que no han hecho estudios especializados, pero sus “20 a 25 años de experiencia acumulada termina siendo superior a cualquier estudio especializado”.

Y Bernardo Cárdenas, socio de Cárdenas & Cárdenas Abogados, sostiene que hay dos clases de dirigentes como él: quienes consiguen los clientes, “lo que llaman el rain maker y que son los más importantes”, y los que no son hábiles en eso, pero son especialistas y de manera complementaria realizan el trabajo físico”.

Lo fundamental en la carrera directiva en una firma es que sus cabezas sean el motor de su rentabilidad y eficiencia, y por ende quienes más produzcan en la consecución de nuevos proyectos. Como dice Gómez-Pinzón: “debemos dar el ejemplo”.


Antecedentes

Carlos De la Pedraja, director de la universidad española IE Law School, comenta que las estructuras tradicionales de una firma de abogados consistían en un socio-director o dueño y, a partir de este cargo, una piramidal por jerarquías hasta los asociados o letrados jóvenes.

“Ese es un modelo que no funciona para las nuevas generaciones, que aprende de forma distinta, se motiva por cosas diferentes. Quizás hay quienes no quieren tener carrera ascendente a socio, sino trabajar en proyectos interesantes. El modelo de gestión de carrera profesional ha ido cambiando porque hoy no es lo mismo un abogado de 60 años a uno de 22 o 23 con expectativas distintas” .


Las opiniones

Sergio Rodríguez Azuero

Socio Fundador de Rodriguez – Azuero Abogados

“La economía actual es de apertura, tratados de libre comercio, lo cual ha influido para que el perfil de los socios sea más global. Dado que los problemas son multidisciplinarios, esta realidad ha llevado a formarse en disciplinas complementarias”.


Carlos Mantilla McCormick

Socio de Martínez Córdoba & Abogados Asociados

“Debe ser un líder con habilidades gerenciales. Han cambiado las necesidades de asesoría jurídica, las herramientas de trabajo y las relaciones interculturales. Los clientes y el personal deben ser vistos como colaboradores para lograr un mismo fin”.

Germán Corcho Tróchez

@CorchoAsuntosLR

Tomado de: larepublica.co