“Ataco tiene 450 niños bareqeros, dedicados a la minería artesanal en la zona urbana pero este problema también se extiende al área rural”, afirmó el alcalde José Antonio Jiménez, y calificó esta situación como una “catástrofe”.

Señala que buena parte de esos pequeños no van a la escuela o si lo hacían desertaron.
 

“La mayoría no lee ni escribe,”, aseguró el mandatario.
 

Las montañas cargadas del metal precioso están a la vista en la zona urbana de este municipio de 20 mil habitantes que figura en la lista de los más pobres del Tolima.
 

Todos los días niños y padres escarban las montañas en busca del metal precioso y lo hacen con latas de sardina, palas y taladros de hierro, mientras otros con bateas de madera realizan la misma labor en las riberas de los ríos Saldaña y Atá.
 

El alcalde asegura que la pobreza obliga a las familias a llevar a sus hijos a las minas para aumentar los ingresos.
 

Angela, una madre cabeza de familia, cría 4 hijos y 3 van a la mina.
 

“Me ayudan la niña de 13 años y los dos varones de 12 y 10”, dice la mujer de origen tolimense, y explica que si trabajara sola las ganancias sumarían 20 mil pesos al día pero cuando tiene la ayuda de sus hijos la familia obtiene el doble de ingresos, eso sí, si los acompaña la buena suerte pues en repetidas oportunidades ha llegado con los bolsillos vacíos a la casa.
 

“En un día bueno con mis hijos le arrancamos a estas montañas un poco menos del gramo de oro y los compradores pagan 40 mil o 50 mil pesos, pero todos los días no son iguales”, asegura la campesina.
 

Entre tanto Walberto y sus hijos de 10 y 13 años se congregan con la mayoría de barequeros en un corte o zona donde opera una retroexcavadora y cuando esta máquina escarba la peña todos se botan con sus bateas en busca de tierra que luego limpian o lavan para buscar una ‘esquirlita de oro’, que al final del día las venden a compradores de la zona o provenientes de otras ciudades.
 

“Por un céntimo o una esquirlita de menos de un gramo los niños reciben 6 mil pesos”, dice un barequero.
 

Para contrarrestar esta problemática de trabajo infantil, la Alcaldía construye 3 polideportivos en la zona urbana. Al tiempo, electrifica canchas, instala parques infantiles y tiene en funcionamiento un programa cultural basado en música y danzas, pero eso no es suficiente.
 

“Lo que hacemos es insuficiente, necesitamos muchos más recursos para adelantar programas de recreación y alimentación en favor de la niñez pobre”, dijo el alcalde José Antonio Jiménez, que pidió ayuda del gobierno y las entidades privadas.

Tomado de:portafolio.co