sin duda, es una de las principales causas del entorpecimiento que tiene el proceso público. De tal manera, es importante saber quién o quiénes en el aparato estatal cumplen eficazmente la función de ejecutar el gasto.

Además del efecto pernicioso que ocasiona el fenómeno anotado por la mala gestión presupuestal, es necesario que los colegas sepan que el medio expedito para hundirlos en el ostracismo más profundo es contraviniendo las reglas ortodoxas que se fijan desde los altares de la profesión (léase el Acuerdo de Washington, la Reunión de Davos y la reunión del Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral).
 

Quien no cumple a cabalidad las reglas y conclusiones que se imponen en tales eventos, quedan automáticamente excluidos de las posibilidades de la realización de trabajos independientes para satisfacer las necesidades técnicas de las entidades eventualmente seleccionables.
 

De pronto estoy exagerando la nota, pero veo con preocupación que la lucha de los jóvenes por ubicarse en primera línea de la profesión sufre las consecuencias de los obstáculos que se imponen allende los mares, solo porque sus promotores insisten en aparecer como conocedores profundos, al punto de querer competir con los ‘nobeles de Economía’, lo cual, desde luego, no es una mala idea ni es, por supuesto, algo que se deba ni siquiera intentar rechazar; empero, lo único cierto es que la enseñanza de la Economía en el país debe mejorar de tal manera que se torne posible la ansiada competencia.

La investigación, la realización de trabajos prácticos que tengan en cuenta los recursos con los que cuenta el país y las posibilidades de sus habitantes para bien utilizarlos.
 

En esta dirección, seleccionar de forma adecuada la persona, que desde su posición dé respuesta a esta urgente necesidad, se vuelve clave y, naturalmente, si se hacen evaluaciones bien enfocadas en el lapso de su ejecución.
 

A este propósito, el caso especial del ministro Vargas Lleras puede servir de ejemplo para ilustrar el tema del buen manejo del gasto público. Por supuesto, para ser objetivos, es preciso borrar los rencores políticos, en cambio de criticar lo que no se ha evaluado; por qué no se preocupan por hacer un análisis imparcial de las ejecutorias del Ministro a la luz de los resultados de cumplir la estrategia de las cien mil casas sin costos prometidas por el Gobierno.
 

La acusación que se le formula es la de hacer política con los recursos del proyecto. Tal argumento no se puede aducir, teniendo en cuenta que nadie podrá evitar que quede para siempre gravada en la mente del beneficiario la figura de la persona que le hizo entrega del documento para satisfacer una necesidad tan sentida de poseer un predio donde resguardarse, eso no es políticamente un pecado. La situación tiene la lógica que surge entre el beneficiario y el benefactor.
 

El Presidente puede nombrar a un ángel como vocero del Gobierno para tratar de solucionar los enormes problemas sociales, pero siempre se presentarán oportunidades de acusar políticamente a los funcionarios.
 

Las limitaciones inmensas que tiene la sociedad colombiana siempre sirven de pretexto para poner en tela de juicio la gestión de los funcionarios.

Tomado de:portafolio.co