Hace años Obama cayó en la tentación del ‘patrioterismo’ y dijo buy american, bajo la premisa de generar empleo y reactivar la industria de Estados Unidos. Pero en este flojo discursó no exploró la dificultad de lo que manifestó para la cotidianidad del comprador promedio. En Colombia, esta tendencia está reviviendo, pero, si yo hoy quiero comprar colombiano, ¿qué significa eso?

Tomemos dos ejemplos claros: si yo compro arveja en un supermercado, ¿estoy adquiriendo producto colombiano? Lo más seguro es que no, porque hay momentos en que más del 80 por ciento de algunos granos que se venden en el mercado no son de aquí. Si compro un pan Bimbo, es claro que las utilidades de la compañía se van a México, pero los insumos y la mano de obra son colombianos.

 

Almacenes Éxito tiene accionistas franceses, pero para la gente es de Colombia. Piel Roja, Margarita, Fruco, Águila y otros íconos de nuestra industria ya no son de capital colombiano. Igualmente, empresas nacionales exitosas como Totto hacen mucha de su producción fuera y dejan las utilidades en Colombia, y otras muchas como Alpina y Nutresa, abren plantas de producción en otros países generando empleo en otras latitudes. A esto se debe sumar que el concepto se completa cuando vemos el esfuerzo del Gobierno Nacional para que nuestra industria exporte y le venda productos colombianos al mundo.

 

Así, la idea de comprar colombiano es una simple hipocresía irrealizable, porque ni siquiera sabemos que es ‘un producto colombiano’: ¿es aquel que se hace en Colombia?, ¿es el que se hace por colombianos?, ¿es aquel donde los dueños son colombianos? Y esta falsedad se extiende cuando se dice ‘compre colombiano’, pero exporte para que los de otras naciones no compren cosas de su país, lo cual es indefendible con la búsqueda de TLC en que estamos.

 

Es obvio que la campaña parte de la lógica de generar empleo, pero es fundamental comprender que al comprador le es completamente indiferente el origen del producto, porque lo que busca es una marca que le cumpla una promesa de satisfacción, en la cual el precio, la calidad, la moda, la tendencia y la innovación son los factores premiados por el mercado y no la bandería que tenga impresa.

 

Históricamente, en nuestro mercado ha habido productos hechos en Colombia por marcas internacionales como Nescafé, Milo, Chococrispis, Coca-Cola, Chevrolet y muchas otras que son parte integral de nuestra cultura, generaron empleo, causaron industrias conexas y desarrollaron impacto social, pero ¿esto debe ser olvidado porque no son colombianos?, o bien ¿las marcas colombianas que producen en otros países para ser competitivos deben ser castigadas por buscar tener el producto correcto para satisfacer al mercado?

 

El verdadero mensaje que necesitamos es ’empresario, satisfaga al consumidor’, porque, como bien nos queda claro en los balances que estamos viendo en las asambleas de las empresas, el último renglón del balance es el resultado, no el objetivo. No solo debemos crear empresas, hay que crear marcas que cumplan su promesa y permitan cumplirla en cualquier parte del mundo, y que dejen que el comprador las elija por eso y no por el tricolor nacional.

Tomado de:portafolio.co