Mientras que el panorama de la economía mundial se ve desestabilizado por las medidas de emergencia adoptadas por el gobierno de Estados Unidos en plena crisis financiera, y mientras ésta enciende las alertas de las economías más poderosas de la Unión Europea, las economías emergentes parecen tener un periodo de relativa estabilidad frente a las, potencialmente devastadoras, consecuencias de la caída en los precios de los activos, el deterioro de los términos de intercambio y la grave situación financiera de los grandes bancos internacionales[1].

Los impactos negativos en el sector real y el empleo en los países desarrollados aún no se han trasladado a países como Colombia, el cual está intentando estimar cuál es el verdadero impacto de la inestabilidad de los mercados mundiales, y aunque es natural que esta tarea arroje resultados inciertos y en ocasiones contradictorios, una identificación de todos los posibles efectos es necesaria para realizar planes de contingencia que permitan conservar los avances generados por la fase expansiva del ciclo económico y convertirlos en parte estructural de la economía nacional.

Por una parte, aunque algunos analistas coinciden en afirmar que es exageradamente optimista decir que la economía colombiana se encuentra blindada frente a la crisis financiera, hay algunos aspectos que pueden generar tranquilidad[2]: crecimiento económico sostenido, suficientes reservas internacionales, precios internacionales favorables debido a la demanda de países como China e India, y la devolución del grado de inversión por parte de las calificadoras internacionales[3].

Adicionalmente, el mercado de valores del país no ha presentado la volatilidad característica de las principales bolsas en el mundo, el auge minero persiste y los flujos de inversión extranjera se mantienen, mostrando una perspectiva favorable para el crecimiento económico en el corto y mediano plazo, si las condiciones externas no presentan deterioros significativos.

Sin embargo, estos deterioros son previsibles dada la gravedad que ha alcanzado la crisis financiera internacional, y por tanto la economía colombiana presenta ciertos aspectos de alta vulnerabilidad: en primer lugar, el grado de dependencia que tiene de la economía de Estados Unidos, lo cual implica que una reducción drástica de la demanda en ese país afectaría directa e inmediatamente a las exportaciones y a los flujos de capital.

En segundo lugar, las consecuencias de la política monetaria con la elevación de las tasas de interés, que si bien intentan evitar un recalentamiento de la economía, traen como consecuencia una persistente revaluación de la moneda, lo cual no constituye un escenario favorable para la actividad exportadora y la competitividad del sector real.

Adicionalmente, aunque aún los indicadores muestran un dinamismo de la inversión, esto se debe en gran parte al fortalecimiento del sector minero, el cual está siendo beneficiado por el alza de los precios internacionales. Una situación menos favorable para este sector mostraría que la economía nacional no es tan robusta como se cree frente a los choques externos, y que por lo tanto se necesitan medidas de reacción efectivas que reduzcan la dependencia del crecimiento económico a la minería, específicamente a la actividad petrolera.

Es evidente que el impacto negativo de la crisis se traduciría principalmente para el caso colombiano en el sector real. Una caída en los precios de las exportaciones no tradicionales y de las remesas puede influir en el déficit de cuenta corriente, el cual sería manifestación directa de las implicaciones que tendría la crisis internacional en la economía bogotana. Teniendo en cuenta que las exportaciones de la capital están compuestas principalmente por bienes de media y alta tecnología, y que la población económicamente activa es la más alta del país, los impactos negativos en el sector real se verían reflejados en mayor medida en Bogotá que a nivel nacional, por lo que se deben prever políticas contracíclicas que aminoren los posibles efectos de los choques externos en el desarrollo de la ciudad.

A la luz de esta discusión, la Alcaldía de Bogotá destinará en el presupuesto del 2012, recursos que servirían para asumir la crisis económica en caso que esta se presente. Estos recursos se destinarían principalmente a la preservación y generación del empleo que hasta ahora ha mostrado un comportamiento favorable en los últimos meses, como respuesta positiva a la fase del ciclo que actualmente presenta la capital. A nivel nacional, además, se sugiere desligar los esfuerzos contracíclicos de la política de inflación objetivo, preservando de este modo tasas de interés que fomenten la inversión, el consumo, el crédito y la competitividad del tipo de cambio por una parte, y fomentando con esfuerzos directos el empleo y la demanda interna.

 

Hernando Gómez Serrano

Secretario de Desarrollo Económico

 

Alfredo Bateman

Director de Estudios

Socioeconómicos y Regulatorios

 

Manuel Riaño

Subdirector de Estudios Estratégicos

 

Elaboró: Diana Carrero

Contratista Dirección de Estudios Socioeconómicos y Regulatorios

 https://www.desarrolloeconomico.gov.co/

 

 


[1] Sin embargo, cabe destacar que en Brasil ya se comienzan a sentir los primeros síntomas de desaceleración y que la calificación al sistema bancario argentino fue bajada por la calificadora Moody’s. Más información en: https://www.elheraldo.co/econom-a/estos-son-los-posibles-efectos-que-una-crisis-mundial-tendr-a-en-el-pa-s-35348

[2] Conceptos de analistas como María Mercedes Cuellar y Gerardo Rojas tomadas de: https://www.vanguardia.com/economia/nacional/121306-resistira-el-barco

[3] La elevación de la calificación responde a, entre otros factores, las expectativas de crecimiento económico, la eficacia de la política económica y el mejoramiento en la seguridad. Más información en: https://lta.reuters.com/article/domesticNews/idLTASIE7A7S8O20110909?sp=true