No debería sorprendernos el hecho de que el grueso de las asignaturas pendientes para sacarle jugo al TLC sea del resorte de Colombia. Mencionaremos las más relevantes, distintas de la insuficiente infraestructura que hace parte del conjunto de frustraciones nacionales.

El primer asunto tiene que ver con el aprovechamiento del Tratado, que en la actualidad reposa en cabeza de un ágil, pero frágil ente de coordinación de escaso presupuesto, el cual debería trasladarse al corazón del Ministerio de Comercio. Desde allí, podría coordinar al más alto nivel las acciones de adecuación institucional y aprovechamiento de todos los acuerdos comerciales negociados por Colombia en los últimos 20 años. Asombra, en verdad, que el impulso de los TLC no sea una prioridad de la entidad que precisamente rige los destinos comerciales de nuestro país, la cual debería focalizarse menos en los acuerdos y más en su aprovechamiento.
 

El segundo aspecto tiene que ver con las aduanas, que privilegian la represión sobre la facilitación del comercio. Si bien es cierto que la lucha contra el contrabando debe continuar, ello no debería penalizar a los empresarios honestos que hacen patria al aventurarse en aguas internacionales. Llegó la hora de regresar a un sistema de aduanas separado de impuestos, que permita otorgarles atención prioritaria a los TLC, y en particular a la administración de sus reglas de origen, contingentes, salvaguardias y otras medidas de defensa comercial que nivelan el campo de juego de los acuerdos comerciales.
 

A nivel sectorial, la prioridad tiene que ver con la difusión y la capacitación de las estrictas exigencias sanitarias de la Ley de Alimentos del 2011, mediante las cuales EE. UU. fortalece sus funciones de prevención e inspección sanitaria, y traslada a los importadores la carga de la prueba de inocuidad de los alimentos para consumo humano o animal. Sin ello, exportar a Norteamérica productos cárnicos y lácteos, frutas, hortalizas y preparaciones alimenticias que conlleven algún riesgo sanitario seguirá siendo una quimera.
 

Por el lado de Estados Unidos, resulta fundamental la implementación de lo acordado respecto de la eliminación de los subsidios a las exportaciones. Al examinar la Ley de Implementación del TLC del 21 de octubre del 2011, se concluye que no contiene disposición alguna que cumpla con los estrictos requisitos negociados sobre prohibición y no reintroducción de subsidios para los productos agropecuarios estadounidenses exportados a nuestro país. Para implementar lo anterior, EE. UU. debería designar a Colombia ‘país no elegible’ en materia de subsidios a la exportación. ¡Ahí están las tareas!

Tomado de:portafolio.co