Fuente:  https://www.larepublica.co

Las organizaciones e instituciones públicas y privadas que realizamos inversión social, tradicionalmente creemos tener las respuestas a las necesidades que enfrentan las comunidades con las que trabajamos.

Según Ronald Heifetz, director fundador del Centro para el Liderazgo Público en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, el entorno de la inversión social es cada vez más complejo y dinámico. Por una parte, enfrenta retos de carácter técnico donde el problema está bien definido, la implementación es clara y una sola organización puede estar en condiciones de ofrecer una solución. No obstante, existen retos adaptativos que son más complejos, porque requieren respuestas desconocidas y nadie tiene la autoridad para imponer una solución.

En ese sentido ¿no sería mejor movilizar a los grupos de interés involucrados para que lideren nuevas alternativas que les permitan progresar y alcanzar una verdadera transformación social?

El modelo desarrollado por el profesor Heifetz, que ha venido siendo utilizado con éxito en empresas de todos los sectores en muchos países, resalta aspectos relevantes que el sector privado debe considerar en este proceso.

¿Qué debemos hacer en forma diferente? En un país, que según el Banco Mundial es el más desigual de América Latina, una de las regiones más dispares del mundo, es el momento de entender la responsabilidad social empresarial más allá de la aplicación de una tendencia que está de moda o un mecanismo para mejorar la imagen. El reto está en ser capaces de crecer, ser productivas y rentables, generando valor económico, pero de tal forma que también se cree valor para que la sociedad haga frente a sus necesidades y desafíos. Tal como señalan Michael Porter y Mark Kramer, “el desafío está en la generación de valor compartido”. ¿Cómo conectar el éxito de la empresa con el desarrollo social sostenible? Ésta pregunta debe estar en el centro de la estrategia y gestión de todas las empresas.

¿Cómo hacerlo? Primero, en la definición de sus productos y mercados, las empresas deben responder a las necesidades y valores de la sociedad. Segundo, continuando con Porter, en la definición de sus procesos y cadenas de valor deben tener en cuenta prácticas que generen desarrollo para las comunidades en donde actúan, de forma que éstas puedan participar en la creación de valor económico y en su distribución. Tercero, siempre cumpliendo de manera estricta sus obligaciones. Por ejemplo, respetando las normas que regulan las relaciones con los empleados, los clientes, la competencia y el medio ambiente.

Sobre este último, es indiscutible la importancia del pago de impuestos honestamente declarados y liquidados. En el país, mientras las empresas legalmente constituidas tienen una alta carga impositiva, otras actúan en la informalidad y los evaden, o los eluden con el uso indebido de figuras jurídicas.

Recientemente Warren Buffet en su columna del New York Times hizo un planteamiento que ha generado controversia, pero que nos invita a reflexionar, demostrando con cifras cómo los estadounidenses más ricos ganan hoy cinco veces más de lo que ganaban hace dos décadas y, sin embargo, pagan la tercera parte de los impuestos que pagaban en ese entonces.

Hay que dejar de mimar a los ricos: Warren Buffet

Los franceses más ricos del mundo han hecho un llamado para que los ciudadanos contribuyan de forma consciente con su nivel de riqueza. Según la Dian, en 2009 sólo 1,3 millones de personas naturales fueron contribuyentes. El 17% son asalariados. Los ingresos brutos declarados fueron de $165 billones, el impuesto a cargo asciende a $3,5 billones, apenas un 2% del ingreso declarado.

Tomado de: https://www.larepublica.co/archivos/RESPONSABILIDADSOCIAL/2011-09-22/transformacion-social-y-compromisos-del-sector-privado_138442.php