Fuente: https://www.elnuevosiglo.com.co

Como el invierno podría prolongarse hasta junio de este año, hay un inminente riesgo de que se dispare la inflación  total vía una menor oferta de alimentos, y los mayores costos de los mismos como resultado de la destrucción de cultivos e inundación de tierras destinadas a la ganadería.

Aunque el Gobierno ha reconocido que ya se está presentando incremento en los precios de algunos productos, tiene contemplado que de continuar la falta de abastecimiento y elevarse la especulación en el valor, permitirá la importación de alimentos.

Ante este panorama, los analistas del Grupo Bancolombia consideran que la inflación anual al finalizar 2011 podría ubicarse entre 3.2 por ciento y 3.6 por ciento, siendo el valor más probable 3.4 por ciento.

Si bien este valor se ubica levemente por encima del punto medio del rango-meta de largo plazo fijado por el Banco de la República (entre 2 por ciento y 4 por ciento), los resultados de la inflación de alimentos y regulados indicarían que los precios mantendrían una tendencia creciente durante el segundo trimestre del año.

Además, se ha identificado un claro sesgo al alza debido a la presión de los precios de los bienes y servicios regulados y de los alimentos. De tal forma, es probable que la variación mensual del Índice de Precios al Consumidor, IPC, alcance un valor de 0.51 por ciento en abril, para luego moderarse y con ello la inflación 12 meses se acercaría a 4 por ciento e incluso llegaría a 4.15 por ciento en mayo, moderándose a 3.41 por ciento en diciembre.

El escenario estimado en esta actualización de proyecciones corresponde a una senda alcista en el nivel de precios debido a una mayor presión por el lado de los alimentos (principalmente por posibles reducciones en el abastecimiento y los inventarios).

En este escenario la inflación total podría alcanzar una variación anual de 4.15 por ciento en mayo, junto con un reporte de alimentos cercano a 6.5 por ciento. A partir de este periodo la inflación comenzaría a moderarse en la medida en que el invierno tendría un impacto temporal, que se traduciría en presiones inflacionarias más moderadas.

No debe perderse de vista lo que sucedió el año pasado. Entre julio y octubre el crecimiento mensual de la inflación promedio fue negativo (0.04 por ciento), tendencia que se explicó porque el invierno generó una anticipación de las cosechas y con ello una sobreoferta de alimentos que presionó a la baja el costo de estos bienes.

Sin embargo, desde noviembre el invierno agudizó y con ello se hizo notorio su impacto sobre las cosechas y el transporte de alimentos, generando una presión inflacionaria alcista que se reflejó en los datos de inflación de noviembre y diciembre pasados.

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