Fuente:  https://www.larepublica.co

Dos de los ejemplos más motivadores de la actividad empresarial social han sido muy golpeados recientemente.

En tan solo algunos años, la industria microfinanciera ha ido de los reflectores del Premio Nobel de la Paz a los titulares por su impacto limitado, tácticas supuestamente abusivas y la remoción forzosa de Mohammed Yunus, galardonado Premio Nobel, como director administrativo de Grameen Bank.

Y hace poco, la reputación del reconocido filántropo mundial Greg Mortensen – autor de la bibliografía de multimillonarias ventas “Three Cups of Tea” – cayó en picada conformé investigadores documentaron exageraciones e imprecisiones en su libro y vergonzosas prácticas financieras en su organización de caridad, el Instituto Asia Central (CAI, por sus siglas en inglés). Estos reveses han sido repentinos, pero se fraguaron durante años.

Desde su nacimiento, la industria microfinanciera ha hecho afirmaciones no fundamentadas sobre sus efectos en la pobreza. La historia puntal de la mujer que contrata un crédito chico y escapa de la pobreza luego de pocos años se ha convertido en sinónimo del microcrédito. Y esa historia ha jugado un papel central en la capacidad de la industria para recabar miles de millones de dólares.

Durante la última década han surgido serios cuestionamientos sobre la efectividad del microcrédito. Pero la industria ha seguido prometiendo más aún cuando los datos muestran que el microcrédito, en promedio, tiene impacto bastante limitado. Las crisis recientes de Bosnia, Bolivia, Marruecos y otras partes no han desacelerado la maquinaria de relaciones públicas de las microfinanzas, ni tampoco el coro de gente entendida que ha vociferado preocupación por contrataciones múltiples de deuda, sobreendeudamiento de los clientes y mal comportamiento de las autoridades encargadas de dar los préstamos.

Aparentemente, Mortensen sintió la necesidad de prometer de más con su ahora desacreditada narrativa en “Three Cups of Tea” y “Stones into Schools”. Gran parte de la atención reciente se ha enfocado en las acusaciones de mal manejo financiero. Pero lo que hará caer a la organización no es su creativa rendición de cuentas, sino que Mortensen y el CAI exageraron el impacto de su trabajo. Hay 50 años de datos confiables que muestran que construir escuelas es una de las peores formas de gastar dólares para educación.

Como empresario social, la tentación de prometer de más es fuerte. Quiere marcar la diferencia y la gente quiere sentirse inspirada. Pero a largo plazo, la verdad saldrá a la luz, y bien podría destruir su reputación.

Tomado De:  https://www.larepublica.co/archivos/ALTAGERENCIA/2011-05-17/lecciones-de-la-crisis-microfinanciera-para-los-empresarios-sociales_128677.php