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Desde antes que se acuñara el término, las empresas subcontrataban servicios que no podían proveerse por carecer del conocimiento o la tecnología para desarrollarlos o para evitar el incremento de su planta de personal.

Era lógico que lo primero que se pensara en tercerizar, fuera el área de servicios generales y temas como el aseo, la administración de cafeterías y casinos y los servicios de mantenimiento.

Con la creciente globalización, las empresas empezaron a redefinir sus negocios y a concentrarse en su actividad principal, subcontratando otras no fundamentales con terceros. Un colegio, por ejemplo, podía manejar simultáneamente dos negocios: el de la enseñanza y el del transporte de los alumnos, que bien podía subcontratar con una empresa especializada, con enormes ventajas, como la de poderse desligar del mantenimiento automotor, de la nómina de conductores, seguros, reemplazos y reposición de vehículos, entre otros, actividades que nada tienen que ver con la enseñanza y que otros podían realizar más eficientemente.

El mercado rápidamente vio la beta que se abría y hoy existen empresas que ofrecen los más variados servicios como el del manejo de la nómina, la contabilidad, el desarrollo de software, administración de páginas web, suministro de empleados temporales, capacitación, servicios de “call center” y de recepción, vigilancia especializada, organización de eventos y manejo de correspondencia, por sólo mencionar algunos.

Además de poder concentrar su energía en aquellas actividades fundamentales del negocio, la subcontratación se hace buscando generar ahorros para la compañía e incrementos en su eficiencia. Ese es precisamente el análisis que el empresario debe hacer antes de tercerizar una actividad o proceso: qué tanto va a ahorrar, que garantías tiene de que el contratista le va a proporcionar un servicio mejor que el que internamente tiene, qué tanto podría afectar a la compañía un incumplimiento del contratista y qué tan rápido podría suplirlo si llegara a fallar.
También es importante saber qué responsabilidades asume el tercero frente a los clientes en el caso de proveer artículos defectuosos, cuánto podría costarle a la compañía una filtración de información y qué tanto el cambio afectará a los clientes.

Subcontratar servicios

La principal ventaja para la empresa es la reducción del personal y del costo de la nómina, con lo cual disminuye también el área física que debe destinar a la planta y oficinas. Esto a su vez genera una disminución del consumo de energía, agua y teléfono, uniformes, equipos de cómputo, teléfonos, muebles útiles y papelería.

Otra ventaja importante es la de poder contar con una firma especializada en cada tema que se delega, ahorrando en capacitación de personal y adquisición de nuevas tecnologías. La contratación de servicios externos permite mayor flexibilidad para adaptarse a los cambios y ofrece la posibilidad de evaluar permanentemente nuevas firmas que ofrezcan el mismo servicio con costos más favorables, mayor calidad y eficiencia.

La subcontratación puede ser una interesante alternativa para que empleados de la empresa que dominan un tema, creen sus propias empresas y continúen vinculados a la compañía ya no laboralmente, sin que se pierda el conocimiento y la experiencia adquirida.

Los problemas en el ambiente laboral al subcontratar

Cuando un contratista externo labora en la misma oficina que un empleado de planta, se generan categorías y discriminaciones odiosas que enrarecen el ambiente laboral. Por lo general el externo está contratado con condiciones y salarios inferiores a los locales, por lo que desarrollan muy poco sentido de pertenencia, compromiso y lealtad. Y tienen dificultades para identificar quién es su jefe.

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