Sin duda, el empleo fue muy importante, el rol del Banco de la República para mantener la economía a buena velocidad, el comercio exterior como dinamizador de la industria, las importaciones como mecanismo de aumento de calidad de vida, y muchas otras condiciones económicas que permitieron el buen año económico que hemos tenido; pero 2011 es el año de la Dian y es difícil discutir con eso.

La Dian es, sin lugar a dudas, la institución que menos se quiere en Colombia (y a sus iguales en el mundo), porque hace lo que se debe hacer, y actúa por medio de “impuestos”, porque el recaudo tributario inevitablemente nos lleva a los recaudadores de Olafo.

Este año fue distinto. La Dian aumentó el recaudo, los decomisos de contrabando y ayudó a judicializar a los corruptos; comenzó a mostrar los problemas tributarios en el incumplimiento de las normas por costumbre como el caso de la prefactura de los restaurantes, las indagaciones en el sector minero y el gran problema de las devoluciones del IVA.

El recaudo de impuestos ha crecido un 25%. Esto es mucho más que el crecimiento del comercio, de la industria y de la economía; lo que indica que no sólo la inercia tributaria logró el efecto, sino que la institucionalidad superó sus estándares y comenzó un cambio cultural.

Sin duda, el Dr. Ortega tiene mucho que ver en el proceso, no sólo por sus innegables calidades técnicas sino por su posición de hacer frente a las malas costumbres que se han acuñado en el país; estos no son los perros de la Kertzman, ni la boleta fiscal de Fino, es una actitud simple: revisar los números y ver si son lógicos, y actuar inmediatamente sin avisos ni ultimátum.

Esta nueva actitud, que no es otra que la de cumplir la ley, tiene a más de uno con los pelos de punta porque ya comenzaron los arrestos, las intervenciones y los allanamientos; la Dian no necesita permiso para verificar si la ley se cumple, y más aún en casos como los que se ha encontrado de personas con ingresos superiores a los $25.000 millones que pagan impuestos de renta de sólo del 1% de su ingreso, mientras que personas que ganan menos de $50 millones tiene que aportar más del 2% de sus ingresos.

¡Bienvenido el control fiscal de la Dian! porque en estas épocas de abundancia es cuando más cuidado se debe tener en los detalles; porque las empresas y las personas pueden aumentar sus impuestos en un 20% y sus ingresos en un 30%, logrando que las autoridades no se den cuenta del desfalco a las arcas nacionales.

Sin duda, la Dian tiene mucho que mejorar, pero ya comenzó: arrestó a funcionarios corruptos, ha decretado normas sólidas para mejorar el cumplimiento de la ley y su espíritu, como el caso de retenciones de renta a ingresos por prestaciones de servicio, y ha tenido el carácter de fiscalizar a los grandes como debe ser.

Esperemos que esta dinámica continúe y que el recaudo tributario sea el que debe ser, y así el camino a la reducción de la pobreza estará más cerca y sin duda será el primer paso a una simplificación tributaria para ser más competitivos. Bravo Dian, bien Dr. Ortega.

Tomado de: https://www.larepublica.com.co/portal/index.php/opinion/1904-97218