Claves en el crecimiento y norte de las compañías, aún muchas de ellas en el país deben ajustarse de cara a los retos de un mercado cada vez más complejo. Es hora de que dejen de ser un simple espacio de rendición de cuentas.

Así como las empresas deben adaptarse a los cambios que les impone su negocio, de igual manera sus juntas directivas deben estar a la altura de esa madurez corporativa y convertirse en un aliado estratégico para que el crecimiento sea la constante.

Esa es una de las conclusiones que se desprende del concurrido foro convocado ayer por la Cámara de Comercio Colombo Americana.

Ante un auditorio de más de 240 personas, la consultora estadounidense Beverly Behan compartió su amplia experiencia de asesoría con grandes compañías multinacionales en materia de gobierno corporativo, para convertir sus juntas directivas en un activo empresarial.

Lograrlo implica un compromiso de todas las instancias: los dueños, los mismos miembros de la junta y la administración de la compañía.

Es claro que los tiempos actuales ya no soportan esa idea de junta directiva que solo cada uno o dos meses se encuentra a recibir informes, entra por unas horas en discusiones bizantinas, se ponen de acuerdo en algunas cosas y dejan lo estratégico para la siguiente reunión.

“Volver a la junta un activo parte de saber elegir a sus miembros, no tanto por ser de nombre resonante, sino porque son personas que hacen la tarea, conocen el negocio, tienen experiencia y aportan soluciones”, comentó Behan.

Citó un estudio realizado el año pasado con 400 miembros de juntas directivas de grandes empresas de Estados Unidos, en el que el 30 por ciento reconoció falta de experiencia para la toma de decisiones.

Ricardo Mejía Cano, en su tarea de consultor, se ha encontrado que potenciar las juntas directivas parte del hecho de que ellas mismas reconozcan que deben mejorar. Es el caso de empresas de origen familiar, donde habría que preguntarse hasta dónde tendría mejor desempeño el puesto que ocupan los representantes de los dueños si lo ocupara un experto externo a la familia.

“Tenemos un grupo de empresas con un gobierno corporativo sólido y que ya son multilatinas pero, al tiempo, vemos una infinidad de empresas con positivas facturaciones que no piensan en hacer adquisiciones, alianzas o salir a buscar otros mercados y en esas decisiones son fundamentales las juntas”, agrega Mejía.

Pero eso no quiere decir que todas las empresas deban tener una junta directiva, pues a las pequeñas y medianas empresas, coinciden varios expertos consultados, les puede ir mejor con una junta asesora de dos o tres miembros con experticia en áreas estratégicas del negocio.

De otra parte, que mejore la calidad de las juntas directivas también depende de cómo funcionan. Para el empresario Germán Jaramillo Olano, miembro de juntas directivas privadas y de fundaciones sociales, se ha avanzado en hacer más productivas las reuniones. No obstante considera que aún falta racionalizar el tiempo de las discusiones y superar las agendas apretujadas, “donde no se alcanzan a ver todos los puntos de la agenda y los que sí, se logran evacuar a la carrera”, añade.

También es fundamental dejar atrás la idea de que la junta es una instancia para solo presentar informes y volverla un equipo de trabajo aliado al gerente o presidente ejecutivo, relación que debe estar basada siempre en la confianza y la transparencia.

Tomado de: https://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/J/juntas_directivas_deben_ser_mas_comprometidas/juntas_directivas_deben_ser_mas_comprometidas.asp?CodSeccion=186