Fuente: https://www.larepublica.co
En cualquier lugar donde se congreguen dos personas o más, invariablemente surgirán conflictos de diversa índole.
Pero cuando estos se dan dentro de las empresas y entre compañeros de una misma área de trabajo, y entre jefe y subalterno, se corre el riesgo de afectar seriamente el rendimiento de un grupo de trabajo, por lo que puede ser necesaria la intervención de directores o gerentes, que rápidamente pongan punto final a la disputa.
Si en medio del conflicto, aparece siempre un mismo nombre, seguramente estaremos frente al caso de un empleado difícil, de esos que son capaces de arruinarle el día a cualquier jefe o compañero de trabajo. La solución más sencilla puede ser la de cambiarlo de sección o despedirlo, pero si se trata de alguien brillante y talentoso que no queremos perder, pero que nos cuesta controlar y dirigir, vale la pena buscar las causas profundas de de su comportamiento y tratar de corregirlas; aquí algunas pistas:
Mensajes subliminales
Muchos trabajadores tienen dificultades para expresar de forma directa lo que consideran una injustica, como puede ser un ascenso otorgado a otro compañero, un incremento salarial ofrecido y que nunca llega, un llamado de atención injusto o el hecho de no haber sido tenido en cuenta para determinado proyecto o actividad. En estos casos, el afectado, tratará de comunicar su inconformidad mediante ciertos comportamientos, actitudes e insinuaciones veladas y mensajes dobles. Una charla franca con el empleado puede ser suficiente para aclarar la situación y recuperar a un buen colaborador.
Problemas personales
Un empleado que atraviesa por una complicada situación personal, como un divorcio o la enfermedad de un ser querido, puede mostrase irritable y llegar a salirse fácilmente de sus casillas ante un comentario o un aumento de la presión de trabajo. Conocer en forma directa o a través de un compañero de trabajo qué es lo que lo está afectando, permitirá a jefe y compañeros evitar comentarios y presiones que agraven la situación y a la vez sugerir u ofrecer algún tipo de ayuda.
El Todo vale
Algunos empleados con alta motivación hacia el logro de metas, pueden ser capaces de las más truculentas acciones para alcanzar sus objetivos. Los chismes y la cizaña que siembran son sus armas predilectas; siempre se alzan con los méritos de otros, inventan amistades con sus superiores y hablarán con propiedad mencionando falsos respaldos para intimidar o conseguir lo que buscan. Se fabrican una imagen de eficiencia y no dudarían en traicionar la confianza de cualquiera para alcanzar un propósito, por lo que siempre serán mirados con recelo y desconfianza por sus compañeros. Este tipo de empleados es muy nocivo para el buen clima de la empresa pero si por alguna razón se los quiere conservar, es necesario desenmascararlos y vigilar muy de cerca su comportamiento.
El simulador
Cuando no se tienen estándares claros de lo que un trabajador debe producir en una jornada o el tiempo en que debe desarrollar un determinado trabajo o proyecto, es posible que se tenga que lidiar con un trabajador que no hace nada, simula estar siempre ocupado y tiene una excusa para todo; conoce a fondo sus derechos pero asume muy pocas responsabilidades.
Este tipo de empleado requiere de supervisión permanente y de la definición de metas y plazos impostergables. Mediante programas de capacitación y couching es posible conseguir algún cambio de actitud, de lo contrario, es mejor prescindir de él.
¿Y si el subalterno no acepta la autoridad?
El problema puede estar en el jefe, que no consigue imponer su liderazgo, o en el trabajador, que por alguna razón desestima la autoridad de su superior, en quien ve falta de preparación y experiencia, estilo de dirección deficiente, inseguridad, corta edad y hasta sexo, cuando no se acepta a una mujer como jefe. En este caso vale la pena apoyar al jefe con programas de liderazgo y couching y buscar a través de los mismos, un cambio de actitud del subalterno.
