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Fuente: https://www.portafolio.com.co

Cuatro de cada cinco empresas constituidas en Colombia usan la figura de las Sociedades por Acciones Simplificadas. El nuevo modelo es amigable y puede ayudar a formalizar miles de empresas.

Ha pasado relativamente desapercibida en el país una verdadera revolución jurídica que ha comenzado a cambiarle la cara a la manera de hacer negocios o, por lo menos, comenzarlos. Y es que tras cerca de 26 meses de entrar en ejecución, a través de la Ley 258 del 2008, se han creado en el país 55.642 Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS). Sólo en el 2010 se constituyeron ante las cámaras de comercio nacionales 37.448, es decir, 19.254 por encima del periodo previo.

En promedio, el año pasado nacieron o se transformaron 3.120 sociedades mensualmente dentro de la categoría citada, contra 1.516 en la medición anterior, lo cual equivale a un respetable crecimiento de 106 por ciento.

De acuerdo con la Confederación de Cámaras de Comercio de Colombia (Confecámaras), cerca del 30 por ciento de las SAS fundadas son firmas que tienen por objeto social actividades inmobiliarias, empresariales y de arriendo. Les siguen las de comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos automotores, motocicletas, efectos personales y enseres domésticos, las cuales representan una proporción similar. Otro 10 por ciento adicional corresponde al sector manufacturero.

Aunque todas las estadísticas no están disponibles, es incuestionable que el nuevo modelo societario está ganando mucho terreno frente a las sociedades anónimas y limitadas, que eran las preferidas hasta hace relativamente poco tiempo. Un estimativo preliminar habla de que al menos cuatro de cinco sociedades nuevas encaja en la mencionada categoría.

¿A qué se debe semejante éxito? Para sus defensores, las SAS han acabado con los que eran considerados tortuosos requisitos en la constitución de una sociedad y han logrado mejoras en el manejo de las mismas, una vez creadas. El solo hecho de que puedan formarse mediante documento privado, reduce los costos de transacción y facilita la creación de entidades que hasta la llegada de la nueva alternativa requerían documentos frente a notarios y otras arandelas, ahora suprimidas. Entre algunas características de estas compañías se encuentra que permiten crear grupos a la medida y reformar estatutos mediante documento privado y no por escritura pública. Tampoco exigen un número determinado de socios y la junta directiva y el revisor fiscal sólo son obligatorios en el caso de que lo pida una norma.

Otro de los aspectos favorables tiene que ver con la mayor flexibilidad en la administración de las sociedades, acostumbradas a rígidos esquemas que no se compadecían con la idea de contratos en los que debe tener preponderancia la voluntad de sus asociados, siempre y cuando se proteja a los terceros para no generar externalidades negativas. Adicionalmente, el impacto positivo de las SAS se ha extendido a la formalización de miles de pequeños comerciantes en diferentes sectores de la economía, que han encontrado en la reciente figura jurídica una herramienta que los ha acercado a la legalidad. Este indicador, aunque no se conoce con precisión, debería ser verificado por el Estado para entender mejor la importancia de dicha herramienta legal.

Todo lo ocurrido ha sido de tal magnitud, que las autoridades están en proceso de analizar y responder ante lo sucedido. Por ejemplo, la Superintendencia de Sociedades tiene la voluntad de crear una delegatura para dirimir por la vía verbal eventuales conflictos entre socios. También, la entidad recuerda que las responsabilidades que implica este modelo son mayores y que las sanciones ante los abusos son castigados con dureza por la ley.

Aunque no faltan los defensores de los viejos esquemas y quienes advierten sobre los peligros de un marco mucho más flexible, el éxito de las SAS habla por sí solo. Por un lado, es una señal amigable hacia el sector privado que ahora encuentra barreras de entrada más bajas que antes. Por otro, es una herramienta poderosa en la búsqueda de la formalización de miles de negocios que previamente se negaban a integrarse a las corrientes de la legalidad, por considerar que los procedimientos eran costosos y complejos. Falta, por supuesto, que pase más tiempo para hacer una evaluación más de fondo, pero desde ya es posible decir que lo sucedido ha superado con creces las metas que tenían quienes impulsaron semejante cambio en las reglas de juego.

Tomado de: https://www.portafolio.com.co/noticias/editorial/editorial-el-exito-de-las-sas