Fuente: https://www.larepublica.co

Por estos días, cuando se empieza a examinar, como cada año, la concertación del salario mínimo, salta de nuevo a la palestra de la opinión pública el desmonte de los parafiscales, aduciendo en esta oportunidad que parte del problema de la competitividad de Colombia es causada por los denominados costos no salariales en la nómina.

Creo que todos estaríamos de acuerdo con tal aseveración si Colombia fuera un país sin desigualdades sociales y con mercados donde la competencia de mercado lograra la transformación de la utilidad privada en bienestar social.

Sin embargo, las estrategias que nuevamente se plantean siguen los mismos caminos recorridos, sin resultados. Basta recordar los efectos de la reforma laboral de la Ley 789 de 2002, que no significó ningún resultado en términos de empleo.

Hoy por hoy, hay que ver que las nuevas propuestas se enfocan en la productividad nominal, vía reducción de costos -afectando principalmente prestaciones laborales- y no en una verdadera política de desarrollo productivo.

La realidad es que en Colombia la producción de bienes de valor agregado, generadores de riqueza, es consumada por empresas propiedad de unos pocos visionarios, mientras que la distribución de la riqueza está entre las más inequitativas del mundo. Esta teoría demuestra que los mecanismos de mercado no están logrando desarrollar la conexión entre el objetivo privado y el objetivo público.

Las propuestas de los expertos parten de verlos instrumentos sociales como el problema y no se percatan de la debilidad estructural de los mecanismos de mercado para generar un mercado competitivo a nivel local. Por ello no es raro observar como estos analistas concentran su enfoque en la atención a la población vulnerable y proponen estrategias de creación de empleo basadas en la afectación de las prestaciones laborales o la desfinanciación de los sistemas de protección social. En el extremo, estos enfoques pueden caer en la generación empleos formales pero precarios, como lo enuncia Juan Chacaltana en una consultoría para la OIT, adelantada en Perú.

En términos de las propuestas sobre la eliminación de los parafiscales, en el caso de las Cajas de Compensación debemos señalar que los empleados con menos de 4 SMMLV difícilmente se pueden identificar como el decíl más alto de ingresos de la población colombiana. Eliminar la compensación del subsidio familiar no es otra cosa que generar mayor desigualdad. Es preciso recordar que la compensación que realiza el Sistema de Subsidio Familiar está enfocada precisamente a trabajadores de menos de 4 smlmv y es financiada, en gran parte, por los aportes que realizan los empleadores por los trabajadores de más altos ingresos. Desde su creación en 1957 el subsidio familiar es una prestación, un beneficio, de la formalidad laboral.

Recientemente el Presidente de la Andi, en una entrevista radial, enunciaba una frase que define claramente la lógica de la racionalidad de creación de empleo: “los puestos de trabajo se crean cuando hay negocios”. Desde la visión del Sistema de Subsidio Familiar vemos que todos los colombianos debemos trabajar en forma integral por un desarrollo económico armónico, generador de oportunidades de negocios, y trascender el eterno debate sobre la reducción de costos laborales.

El país debe ser creativo sobre la forma de reducir las barreras de acceso a la economía formal y no en cómo reducir sus beneficios.

Tomado de: https://www.larepublica.co/archivos/INFRAESTRUCTURA/2011-10-14/como-alinear-el-modelo-privado-y-el-modelo-social_140210.php