El concepto de ‘Modelo de Desarrollo’ se refiere a las condiciones de manejo económico para crear un determinado orden en una sociedad. Se concreta en el tamaño y la función que se le asigna al Estado.
En la práctica acaba siendo el sistema tributario que rige en un país. De ahí que la propuesta del actual gobierno amerite más de una reflexión al respecto.
El contenido puede resultar muy diferente de la presentación y ambos a su turno distintos al propósito que con ella en el fondo se busca.
Por supuesto pareciera que no es objetable la propuesta de que lo que se desea es crear y regularizar el empleo por un lado y, por el otro, acabar la evasión por lo inadecuado de las reglas. Pero no es tan obvio que los mecanismos sean los más apropiados en cuanto a lo que implican como reorganización de las cargas para los diferentes contribuyentes (la diferencia entre contenido y presentación).
Tanto la insistencia en que el efecto para el Gobierno será neutro como el estímulo que en principio se supone dar a la inversión privada corresponden a la visión neoliberal de que no sea a través de mayor injerencia del Estado que se corrijan las fallas de nuestra sociedad. Es más, en la orientación planteada lo que se buscaría no sería contrarrestar las inequidades que produce naturalmente el sistema económico capitalista, sino por el contrario permitir y propiciar que este se desborde. Tiende a ser una variante a la derecha del neoliberalismo. Eso en cuanto a la orientación…
En cuanto a los mecanismos, se disminuyen los ingresos por ganancias ocasionales, lo que en el mundo se llama ganancias de Capital porque solo las pueden obtener quienes tienen Capital y bienes valorizables; se pone en entredicho con un nuevo sistema las asistencias sociales –ICBF, Sena, los aportes a la Salud– al eliminar los parafiscales; y se reduce el impuesto a la renta. Es decir, disminuyen las cargas de los empresarios y de quienes no viven solo de su trabajo.
Pero ¿dónde se va a compensar eso: con la fijación de un impuesto mínimo, acompañado de retención para quienes devengan salarios apenas de clase media; con lo que llaman ‘ampliación de la base’ para incluir nuevos contribuyentes; o sea, también clase media baja que antes no tributaba; y con impuestos a ciertos productos que indirectamente acaban gravando la canasta familiar –arroz, maíz– que afectan a todos menos al sector pudiente de la sociedad. Aumentos para las rentas de trabajo y la clase media y disminución para las utilidades y los rendimientos del capital. Eso en cuanto a los instrumentos…
Pero, además, el proyecto de ley se llevó a trámite con Mensaje de Urgencia. Es verdad que a diferencia de los Estados de Conmoción nuestro ordenamiento no define ni condiciones ni controles para la aplicación de esta figura. Pero no se debe entender por eso que no necesita justificación, o por lo menos explicación respecto a de dónde viene o en qué consistiría esa ‘Urgencia’.
Y tal vez es en esto donde se encuentra un propósito de fondo no explícito.
Uno de los principios más simbólicos de la democracia es que ‘no hay tributación sin representación’. Por eso el Congreso conserva la facultad exclusiva de manejar reformas como la del caso. En Estados Unidos el debate electoral gira justamente alrededor de si se aprueba el plan de los republicanos –casi idéntico al que nuestro gobierno presenta– pero sometiéndolo a la votación pública (y debiendo de todas maneras tramitarse en el Congreso).
Aquí la impresión, sin pensar en segundas intenciones, es que se busca minimizar el debate en el Congreso. La ‘urgencia’ no es tanto para convertirlo en prioridad (no se sabría por qué), sino para reducir los tiempos de estudio y las instancias, tanto parlamentarias como externas, que podrían alterar lo propuesto; evitar debates que podrían cuestionar ese refuerzo del modelo de desarrollo que conlleva.
La reacción en general ha sido contraria a lo conocido de la Reforma. El sector agropecuario, los sindicatos, los sectores vinculados a los aportes parafiscales, y prácticamente todos los sectores –exceptuando el gran empresariado– han planteado cuestionamientos. Es obvio que, además, en caso de demorarse debería acabar siendo tema de la mesa de negociaciones con la insurgencia. La situación recuerda en algo la explicación de Rudolf Hommes cuando se preciaba de que la distracción de la Constituyente permitió imponer sin mayor dificultad las políticas neoliberales del Consenso de Washington: ¿será que se intenta radicalizar el modelo aprovechando la distracción de los diálogos de Paz? ¿O simplemente imponerlo antes que tener que discutirlo con los afectados u opositores?
Tomado de: dinero.com
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Publicado: 2012-10-24T18:00:00
Reforma tributaria y modelo de desarrollo
Consultor
Pareciera que no es objetable la propuesta en la reforma tributaria de que lo que se desea es crear y regularizar el empleo y acabar la evasión. Pero no es tan obvio que los mecanismos sean los más apropiados.
En la práctica acaba siendo el sistema tributario que rige en un país. De ahí que la propuesta del actual gobierno amerite más de una reflexión al respecto.
El contenido puede resultar muy diferente de la presentación y ambos a su turno distintos al propósito que con ella en el fondo se busca.
Por supuesto pareciera que no es objetable la propuesta de que lo que se desea es crear y regularizar el empleo por un lado y, por el otro, acabar la evasión por lo inadecuado de las reglas. Pero no es tan obvio que los mecanismos sean los más apropiados en cuanto a lo que implican como reorganización de las cargas para los diferentes contribuyentes (la diferencia entre contenido y presentación).
Tanto la insistencia en que el efecto para el Gobierno será neutro como el estímulo que en principio se supone dar a la inversión privada corresponden a la visión neoliberal de que no sea a través de mayor injerencia del Estado que se corrijan las fallas de nuestra sociedad. Es más, en la orientación planteada lo que se buscaría no sería contrarrestar las inequidades que produce naturalmente el sistema económico capitalista, sino por el contrario permitir y propiciar que este se desborde. Tiende a ser una variante a la derecha del neoliberalismo. Eso en cuanto a la orientación…
En cuanto a los mecanismos, se disminuyen los ingresos por ganancias ocasionales, lo que en el mundo se llama ganancias de Capital porque solo las pueden obtener quienes tienen Capital y bienes valorizables; se pone en entredicho con un nuevo sistema las asistencias sociales –ICBF, Sena, los aportes a la Salud– al eliminar los parafiscales; y se reduce el impuesto a la renta. Es decir, disminuyen las cargas de los empresarios y de quienes no viven solo de su trabajo.
Pero ¿dónde se va a compensar eso: con la fijación de un impuesto mínimo, acompañado de retención para quienes devengan salarios apenas de clase media; con lo que llaman ‘ampliación de la base’ para incluir nuevos contribuyentes; o sea, también clase media baja que antes no tributaba; y con impuestos a ciertos productos que indirectamente acaban gravando la canasta familiar –arroz, maíz– que afectan a todos menos al sector pudiente de la sociedad. Aumentos para las rentas de trabajo y la clase media y disminución para las utilidades y los rendimientos del capital. Eso en cuanto a los instrumentos…
Pero, además, el proyecto de ley se llevó a trámite con Mensaje de Urgencia. Es verdad que a diferencia de los Estados de Conmoción nuestro ordenamiento no define ni condiciones ni controles para la aplicación de esta figura. Pero no se debe entender por eso que no necesita justificación, o por lo menos explicación respecto a de dónde viene o en qué consistiría esa ‘Urgencia’.
Y tal vez es en esto donde se encuentra un propósito de fondo no explícito.
Uno de los principios más simbólicos de la democracia es que ‘no hay tributación sin representación’. Por eso el Congreso conserva la facultad exclusiva de manejar reformas como la del caso. En Estados Unidos el debate electoral gira justamente alrededor de si se aprueba el plan de los republicanos –casi idéntico al que nuestro gobierno presenta– pero sometiéndolo a la votación pública (y debiendo de todas maneras tramitarse en el Congreso).
Aquí la impresión, sin pensar en segundas intenciones, es que se busca minimizar el debate en el Congreso. La ‘urgencia’ no es tanto para convertirlo en prioridad (no se sabría por qué), sino para reducir los tiempos de estudio y las instancias, tanto parlamentarias como externas, que podrían alterar lo propuesto; evitar debates que podrían cuestionar ese refuerzo del modelo de desarrollo que conlleva.
La reacción en general ha sido contraria a lo conocido de la Reforma. El sector agropecuario, los sindicatos, los sectores vinculados a los aportes parafiscales, y prácticamente todos los sectores –exceptuando el gran empresariado– han planteado cuestionamientos. Es obvio que, además, en caso de demorarse debería acabar siendo tema de la mesa de negociaciones con la insurgencia. La situación recuerda en algo la explicación de Rudolf Hommes cuando se preciaba de que la distracción de la Constituyente permitió imponer sin mayor dificultad las políticas neoliberales del Consenso de Washington: ¿será que se intenta radicalizar el modelo aprovechando la distracción de los diálogos de Paz? ¿O simplemente imponerlo antes que tener que discutirlo con los afectados u opositores?
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