La pobreza es un problema global al que entidades gubernamentales y no gubernamentales tratan de darle solución desde diferentes ópticas, una de ellas es enfocar el problema desde una perspectiva más amplia, no se trata únicamente de aumentar los ingresos de estas personas, se trata de mejorar las posibilidades de ser productivos; por ejemplo supongamos que una persona vive en una zona donde no existe acceso a la tecnología o que no ha podido recibir buena educación, que simplemente no tiene caminos adecuados para comercializar sus productos, eso encerraría lastimosamente a esta persona en un ciclo de pobreza.

Esta realidad de muchas personas pobres en el mundo, el contexto económico, político e incluso social, no ofrecen las posibilidades de que la gente pueda desarrollar todo su potencial. Sin embargo en América Latina este escenario ha sido el caldo de cultivo para el desarrollo del espíritu emprendedor plasmado en las Pymes, se calcula que el 80% de la generación de empleo viene de estas Pymes. Los “disparadores” de estos emprendimientos muchas veces tienen que ver con la propia necesidad de sortear la pobreza.

Conocí en Lima a Joyce que con 17 años ha empezado un negocio, empujada por la necesidad se sobrevivir, compró una cámara de fotos instantáneas por muy poco dinero y se acerca a los cientos de turistas que se pasean por Larcomar, lo tiene que hacer a escondidas de los guardias del famoso centro comercial, su oferta es simple una foto por 8 soles (unos tres dólares aproximadamente), cuando el día es bueno alcanza a sacar 10 fotos, pero lo normal es entre 3 a 5 fotos, con lo que le queda de utilidad ayuda a pagar el arriendo de un cuarto en el Cono Sur de Lima que queda a tres horas en Bus de Larcomar, donde vive con su familia.

Estas historias que nos sorprenden por la entereza y sacrificio y sobre todo por la actitud de la gente se repite en cualquiera de nuestros países, la creatividad y las habilidades de la gente aplicada para sobrevivir, sin embargo el crecimiento de estos emprendimientos muchas veces va más allá de subsistir ; explorando el origen de muchas de las hoy grandes empresas empezaron como autoempleos, véase el caso de Kola Real (Ajegrup) que empezó como un emprendimiento familiar en el patio de la casa familiar en Ayacucho (Perú), y hoy es una empresa multinacional con presencia en 20 países, con más de 20.000 trabajadores, que se dio el lujo de ser auspiciante del FC Barcelona de España.

Es decir el talento está ahí; además tomando en cuenta que el 79% de los ingresos en los hogares Latinoamericanos provienen de las remuneraciones del trabajo , entonces la generación de este tipos de autoempleo cobra una enorme importancia y como hemos visto muchos de estos emprendimientos con el tiempo desembocan en pequeñas, medianas e incluso grandes empresas con un poder enorme de generación de puestos de empleo.

Según un informe sobre el estado del trabajo en OIT en el próximo decenio se requiere crear 600 millones de empleos en el mundo, con una crisis en la generación de empleo formal, con cuestionamientos sobre el papel del estado generador de empleos, con los grandes capitales huyendo de esta crisis, los emprendedores en Latinoamérica han encontrado una solución en el autoempleo y la generación de pequeños y medianos negocios.

Esta es la importancia de fortalecer ambientes para que las mentes emprendedoras puedan realizar su potencial productivo donde se necesita de la formación de capital humano, marcos legales adecuados, mejoramiento de la infraestructura, acceso a capital de riesgo, fortalecimiento del tejido productivo actual, generación de cadenas productivas etc.

Además una persona productiva no solo progresa a nivel material, una persona sin empleo sufre de grandes trastornos emocionales y psicosociales influyendo de manera negativa sobre su sistema familiar y social, así que el efecto es sistémico.

Tomado de: Portafolio.co