El Ministro de Hacienda confirma su política de reducción del déficit fiscal hasta el final del Gobierno actual, resquebrajando así las posibilidades de que la inversión pública jalone el Producto Interno Bruto en una mayor proporción.

Muchos empresarios rigurosos ya estarán advirtiendo que, de ahondarse la situación, esta afectará tanto su capacidad para mantener los resultados de su estrategia en ventas como la liquidez actual de sus activos, obligándose a reflejar un mayor nivel de provisiones y pérdidas en sus estados financieros.

Ante una ausente o liviana política de administración de riesgos crediticios desde el origen de la relación comercial con el cliente, el empresario terminará perdiendo la posibilidad de recuperar su cartera y, en casos de alta concentración, vivirá una dramática insolvencia, siendo el problema irreversible cuando la gerencia no cuantifique su tolerancia al riesgo y repentinamente su cartera castigada sobrepase los niveles críticos que su estructura financiera está dispuesta a tolerar.

Toda dirección estratégica debe tener un sistema de administración de riesgos con el fin de sopesar las metas de penetración en el mercado, con unos niveles de pérdidas estimadas que todo negocio debe cuantificar, de acuerdo con su naturaleza y vocación al riesgo.

Estos sistemas de riesgo crediticio deben abarcar como mínimo: perfil del cliente objetivo, plazos de pago requeridos, nivel de concentración de las ventas a plazo, garantías, y excepciones.

En cuanto al cliente, debe existir una clara estrategia para conocer sus antecedentes, referencias, capacidad de pago, y en personas jurídicas,nivel de compromiso de dueños o accionistas, especialmente en sociedades por acciones simplificadas.

Normalizado lo anterior, el eventual castigo de cartera no será necesariamente grave cuando su monto corresponda a las provisiones esperadas, pero cuando exista una sistemática desalineación de la administración con el esquema de riesgos establecido por la empresa, el nivel de provisiones y castigo de cartera siempre será perjudicial.

Si bien los bancos continúan alardeando sus magníficas cifras, en cuanto a utilidades y crecimiento, preocupa que sus balances comiencen a reflejar un agotamiento en la capacidad de sus clientes para mantener sus obligaciones al día.

En los primeros cuatro meses del año, el índice de deterioro por calificación o nivel de riesgo ha subido progresivamente hasta el 6, 86%, que sumado a que el índice de cartera vencida se ha deteriorado en un 21,28% en el mismo periodo, pasando del 2,47% al 2,99%, el sistema de riesgos de cartera, aún para el sector real y de servicios, tomará mayor preponderancia en los meses que se avecinan.

Gilberto Caicedo Gardeazábal

Consultor corporativo

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Tomado de: portafolio.co