La teorización de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha cambiado radicalmente y ha ido adquiriendo una matiz diferente, tanto para las directivas y departamentos dedicados al relacionamiento y las comunidades como para el empleado de nivel medio y general.

Es así que esa RSE se ha integrado a las buenas prácticas empresariales, convirtiéndose en directriz del manejo laboral y bienestar, en el que se establece un diálogo social entre empleados y empleadores.

Ese relacionamiento es hoy una perspectiva de colaboración e integración estrecha entre los intereses de la empresa y los de sus empleados.

Por ejemplo, esta semana, el Gobierno nacional destacó el modelo utilizado por una de las cadenas internacionales de grandes superficies radicada en el país, que ha impulsado y acrecentado el número de afiliados de su propio sindicato como una forma de escuchar los aportes, inquietudes y necesidades de estos, en un marco cordial de sana interrelación que redunda en progreso y proyección de un todo empresarial.

Cabe recordar que estas buenas prácticas impactan todo el sistema empresarial y comprenden las políticas relacionadas con el objeto de trabajo, por ende, con el nombre y crecimiento de la organización.

Nada más importante que encontrar placer en el trabajo que se realiza, porque es la proyección de la profesión elegida, y porque es el medio para garantizar el progreso propio, familiar y social.

Es indiscutible que los niveles de vida mejoran gracias a un empleo estable y satisfactorio, mientras que su ausencia se convierte en la principal causa de muchos problemas.

Una dinámica de crecimiento

Por otra parte, en este tema de ejercer RSE al interior de las empresas, hace parte también de este trabajo el que la gerencia entienda que en ese ejercicio, el empleado siempre está en la búsqueda de construir una carrera progresiva, que le proporcione la profundidad y amplitud de su experiencia hasta llegar a los mismos espacios gerenciales o directivos.

Parte de las funciones directivas es crear una sinergia más allá de las partes, logrando que las relaciones empresariales y productivas generen efectos de crecimiento colectivo, no individual, o solo de las compañías, pues el verdadero desarrollo es integral

Tomado de: portafolio.co