a. Se subestimó la magnitud del proyecto: Algunas compañías enfocaron la responsabilidad al área financiera y no a toda la organización ocasionando que los impactos en las áreas no financieras como Sistemas, Recursos Humanos, Impuestos y Legal no se tuvieran en cuenta generando retrasos y reprocesos.

b. Demoras al iniciar el proyecto: Las compañías pagaron un costo alto por no iniciar a tiempo el proyecto de conversión.

c. Procesos manuales: Debido a que los impactos en los sistemas no habían sido tenidos en cuenta, algunas compañías optaron por mantener sus registros bajo NIIF en hojas Excel lo cual ocasionaba errores, re-procesos y hasta pérdidas de información.
 

d. Los cambios en los sistemas de información no fueron considerados oportunamente: Dados los requerimientos de revelación bajo NIIF fue necesaria una inversión económica y de tiempo muy importante para la actualización de los sistemas de información. El no haberlo hecho oportunamente, conllevó a demoras en el proceso de conversión.
 

e. Los beneficios de la conversión no se han podido percibir: Los retrasos en el cumplimiento y excesos de tiempo y dinero generados por cada una de las situaciones indicadas anteriormente, no permitió percibir el beneficio que la conversión de las NIIF conlleva. 7 años después, algunas compañías hasta ahora están empezando a ver dichos beneficios.
 

Con lo anterior, no se quiere concluir que el proceso de conversión en Europa fue negativo, por el contrario hubo algunas enseñanzas claves como: i) la necesidad de capacitación al interior de la compañía; b) las discusiones y definiciones por parte de la Alta Gerencia de las políticas contables a ser adoptadas y c) la comunicación continua con sus auditores.

Tomado de: Deloitte.com