En este escenario, algunas reglas del trabajo cambiaran para siempre obligando el acelerado acomodamiento de generaciones empresariales que todavía creen que el momento de hacer el cambio no ha llegado:

– Del viaje diario a la oficina al trabajo remoto: Sería sin duda la solución para ciudades como  Bogotá que manejan el absurdo colectivo de migrar a diario, y a la misma hora, a oficinas que no aportan escenarios físicos diferentes a los que se pueden crear en entornos remotos o compartidos. Nueva York reporta más de 20.000 edificios de espacio compartido que no son nada diferente a oficinas dotadas con comunicación de última generación desde donde los trabajadores o contratistas se conectan (a pocas cuadras de su casa o de su próxima cita). El “Home Office” y el trabajo remoto, se han vuelto una alternativa, a veces una imposición, si se quiere atraer a jóvenes ejecutivos que ya no están dispuestos a perder dos horas de su día metidos en el transporte público.

– Del 9 a 5 al 7 por 24: El entorno laboral se empieza a mover hacia indicadores de gestión en donde lo importante no es la disponibilidad que garantizaba un horario fijo, sino el cumplimiento de proyectos concretos. La flexibilidad que esto implica y que ha logrado un mundo intercomunicado, tiene su contraprestación en mantenerse siempre y a toda hora “disponible”. Chequeamos el mail todos los días, a toda hora. La inmediatez de la respuesta se ha vuelto exigencia de parte de un mercado que no admite espera.

– Del trabajo tiempo completo con beneficios, al de freelancers por proyectos: Un porcentaje importante de la fuerza laboral trabaja hoy bajo modalidades de agencia por tiempo o proyecto requerido. Si bien el 50% encuestado todavía encuentra este modelo riesgoso y estresante, la otra mitad lo encuentra liberador. Los modelos de crowdsourcing alimentan esta tendencia. Se han tercerizado gran parte de las tareas de apoyo dejando sólo al interior de las organizaciones los procesos críticos. La habilidad pareciera estar trasladándose hacia la capacidad de identificar en cuál lugar del mundo se encuentran las organizaciones capaces de asumir esta tercerización.

-Del balance trabajo-vida, a la desaparición de la línea divisoria: Vendemos nuestro talento, nuestro tiempo, pero también nuestra disponibilidad. Esta última empieza a ser norma en un mercado que parecería tener alternativas al alcance de un click. La fidelidad pareciera ser tema del pasado. Competimos contra el vecino, también lo hacemos contra talento en la otra esquina del mundo. No hay barreras, las geografías desaparecieron. Aquellos que no acomoden su modelo de vida, queriendo defender su “balance” van a verse desplazados.

– Del trabajo por la plata al trabajo por pasión, por una causa: Esta nueva generación ya no quiere simplemente trabajar, quiere trascender. Quieren trabajar para empresas con visiones trascendentes, para causas que cambien para siempre la forma en cómo vivimos, en cómo nos interrelacionamos con el planeta. Quieren salvar el mundo de la destrucción. El nuevo mercadeo está alineado con hacer de su marca una causa que encienda la pasión ya no de empleados, de evangelizadores. 

tomado de:https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/nuevas-reglas-trabajo-para-millennials/209203