Se puede pensar que lo que más afectala economía, o por lo menos las decisiones de inversión en el momento, es la inestabilidad del precio del dólar respecto al peso; se devalúa y se revalúa sin que aparentemente exista ninguna forma de hacer predicciones o, lo que es peor, sin que las que se hacen se cumplan.
Antes se consideraba como patrón de valor el oro y en función de él se hacían las comparaciones entre el poder relativo entre monedas; el dólar en la práctica acabó desplazándolo y reinó como único referente durante mucho tiempo. El debilitamiento de la economía americana y la existencia de nuevas monedas para las reservas de los países han creado nuevos instrumentos para esa medición entre las cuales se ha vuelto de uso común el valor de una hamburguesa Big Mac, por ser esta un consumo prácticamente universal.
La presentación de la última escala sitúa a Colombia como en el rango cercano al dólar (4,56 vs. 4,48). Haciendo la conversión se deduce que el cálculo se hizo con el dólar a $1.910.
La muestra de la volatilidad de la divisa americana –o del peso; o de lo relativo de esa medición– es que el peso colombiano, usando el costo del Big Mac –según el valor del dólar el último mes–, podría estar sobrevaluado (en 4,65 con dólar a $1.850) o subvaluado (en 4,41 con dólar a $1.950). Vale anotar que esta comparación no tiene en cuenta el poder adquisitivo interno de la moneda –el ingreso salarial o el PIB per cápita–, y que este no se altera por las fluctuaciones de la divisa, luego estos análisis poco o nada muestran respecto al funcionamiento interno de nuestra economía (aunque muestra lo caro de un Big Mac en Colombia pues sería 57% más costoso que en Estados Unidos).
Sí muestran mucho respecto a cómo se afecta y qué mueve nuestras relaciones comerciales con el exterior: en concreto, que contrariamente a lo pregonado por algunos ministros del anterior y/o del actual gobierno no estamos ‘blindados’ contra nada y, por el contrario, dependemos altamente de fenómenos externos.
Uno de mis profesores de economía política aseguraba que la mayor contribución de Keynes al estudio de la economía fue ‘la teoría de las expectativas’, la cual rezaba básicamente que lo que los actores económicos creían que iba a suceder producía más efecto que los hechos mismos. De esto concluía que parte del manejo de la economía de un país se hacía a través de declaraciones de las autoridades políticas que no necesariamente se acompañaban de lo que prometían (por coincidencia parece que el Dr. Santos no solo adhiere sino exagera en esta vía).
Esto corresponde con la explicación casi unánime de que la volatilidad de la divisa americana depende de las declaraciones del Señor Bernanke.
Se podría pensar, sin embargo, que un factor de mayor importancia debería ser lo que está sucediendo con la economía China. Al fin y al cabo, lo que pasa con 20% de la humanidad también debe incidir algo al lado de las declaraciones de una sola persona.
China posee casi US$4.000 billones en sus reservas, entre divisas y títulos del gobierno. Como la disposición de estos no tiene ninguna restricción, tendría más poder para devaluar el precio del dólar que las mismas autoridades de Estados Unidos, ya sea la Reserva Federal o el gobierno. Su interés no es hacerlo, puesto que sería el primer afectado con esa desvalorización y, por lo tanto, prefiere ‘ir de compras’ por el mundo con esa moneda aún fuerte.
En este momento se sabe que esa economía se está desacelerando y que tiene ‘problemas de crecimiento’ (por ejemplo, en el manejo bancario con expansiones desmedidas y sectores informales con exagerada participación). Sorprende por eso la falta de información –y puede que de estudio– sobre qué posición y qué incidencia tiene el manejo de las reservas de los chinos respecto a las políticas monetarias americanas.
No se sabe, entre otras, cuánto de las reservas que tiene China está reentrando en circulación a través de las inversiones que hacen en el extranjero –hoy principalmente en África–, y en consecuencia cómo afecta eso tanto la balanza comercial y la capacidad de importación de los países receptores como su demanda de dólares para estabilizar su situación cambiaria.
Y, como complemento, casi por deducción, deberíamos nosotros pensar en si no sería el momento de optar por que, tanto para el ingreso de divisas como para el desarrollo del comercio internacional, sea de la mayor importancia, y en consecuencia una prioridad, atraer inversión china.
Tomado de: dinero.com