Hace dos años se eliminaron los parafiscales que financiaban al Sena y el ICBF, pero la informalidad laboral sigue tan campante. Al reducir en cuatro puntos los sobrecostos laborales se esperaba que las empresas generaran más empleo, pues eso implicaba abaratar el trabajo frente al capital. Pero el empleo en empresas de más de cinco trabajadores ha aumentado apenas en 204.000 personas en las 23 áreas metropolitanas y ciudades más grandes del país, con lo cual la tasa de informalidad ha bajado tan solo de 50,8% a 49,6%, según las cifras para marzo-mayo de 2013 y 2015.

Si el empleo formal apenas creció 3,6% durante dos buenos años en que el tamaño de la economía aumentó 9,5%, ¿qué esperar entonces para los años que vienen, que no van a ser exactamente de bonanza?

Reducir más los costos laborales no va a llevarnos mucho más lejos. Como dijo alguna vez Einstein, no puede esperarse solucionar los problemas utilizando el mismo enfoque mental que nos ha llevado a crearlos. El enfoque mental frente a la informalidad parte de suponer que sin regulaciones y sin impuestos no habría empleo informal. También parte de creer que la informalidad depende antes que nada de variables nacionales, como la tasa de impuestos a la nómina u otros aspectos del régimen tributario y regulatorio.

La realidad es muy diferente. La informalidad es muy baja en los países desarrollados, donde cada año se agregan cientos de páginas a los códigos tributarios y a las normas de funcionamiento de las empresas de todo tipo. Y es muy alta en países donde no hay Estado. Puede ser que cambiar las tasas tributarias produzca pequeños cambios en el ritmo de creación de empleo formal en unos países y otros, pero ciertamente no explica las grandes diferencias en la tasa de empleo formal.

Por otro lado, en cualquier país, desarrollado o no, las tasas de empleo formal varían fuertemente según el tamaño de las ciudades. Colombia no es una excepción. Mientras el empleo generado en empresas de por lo menos cinco trabajadores en las 13 principales ciudades del país es 52% del empleo total de esas ciudades, en las 10 ciudades siguientes en tamaño solo 40 de cada 100 trabajadores están empleados en empresas de cinco o más personas. Las diferencias son igualmente notorias en la afiliación a la seguridad social. En las 13 ciudades más grandes, 66% de los trabajadores están afiliados a salud por el régimen contributivo a través de las empresas donde trabajan. En las 10 ciudades siguientes esa tasa es apenas de 46% y en el resto del país es un bajísimo 33%.

Esto significa que las brechas entre ciudades son mucho más importantes que la pequeña diferencia que hacen los impuestos o las regulaciones a las empresas. Ahora bien, lo que hay detrás de esto es que más empresas pueden operar con éxito en las grandes ciudades, y no precisamente porque la mano de obra o la tierra sean más baratas, o porque los impuestos sean más bajos o las regulaciones más sencillas. Pueden operar a pesar de los mayores costos y regulaciones esencialmente porque allí encuentran el personal que necesitan. En las pequeñas ciudades o en los pueblos se encuentra solo el personal para operar empresas sencillas en sectores productivos de muy poca complejidad. Pero los sectores sofisticados solo pueden funcionar en las grandes ciudades. Una empresa que requiere ingenieros, técnicos de distintas especialidades, expertos en finanzas y contabilidad y una diversidad de trabajadores con experiencias de mercadeo y manejo de inventarios solo puede operar en dos o tres ciudades del país. Y seguirá allí, a menos que quiebre. O a menos que otras ciudades se despierten a la realidad y piensen en una estrategia coherente para desarrollar sectores productivos relativamente complejos que tengan posibilidades de éxito, a pesar del tamaño de la ciudad.

Bancóldex lanzará en unos pocos meses una herramienta de consulta para ayudar a las ciudades y departamentos a identificar productos y sectores con potencial. (Debo decir que estoy involucrado en ese proyecto, que se desarrolla en el CID de la Universidad de Harvard.) Con base en los productos que ya se exportan y en los sectores que ya existen en un lugar, la herramienta mostrará qué otras actividades que utilizan conocimientos y capacidades productivas semejantes podrían desarrollarse con éxito. También mostrará qué tipo de personal necesita cada sector, y de qué nivel educativo. Será una gran ayuda para los gobiernos locales preocupados con la creación de empleo formal, para quienes sirven poco las fórmulas trajinadas de reducir costos laborales o eliminar trámites.

tomado de:https://www.dinero.com/edicion-impresa/opinion/articulo/no-disminuye-informalidad-colombia-2015/211359