Pareciera humor negro de parte de las autoridades: regocijo porque la tasa de desempleo pasó de 10,4% a 10,2% en el último año (a marzo de 2013). No se dice que la tasa global de participación disminuyó (menos proporción de personas en edad de trabajar que están en el mercado laboral, con o sin empleo) y que hay menos personas ocupadas hoy que hace un año.

Son más de 2’300.000 colombianos que buscan trabajo y no lo encuentran, sin contar lo que los eufemismos tecnocráticos llaman el “subempleo subjetivo”, que llega al 30% de la fuerza de trabajo.

Detrás de las cifras globales hay hechos que no se mencionan en las victoriosas ruedas de prensa. El más dramático se refiere al desempleo de los jóvenes.

Del total de la población económicamente activa, el 29% está conformado por personas entre 14 y 26 años (DANE). En cifras gruesas, hay 6,3 millones de jóvenes que están en el mercado laboral. Pues bien: la tasa de desempleo para ellos equivale al doble del promedio nacional: 20%. Hay entre los jóvenes 1,3 millones de desempleados (sin incluir subempleo).

En otras palabras, de cada 100 desempleados en Colombia, 57 son jóvenes; aunque de cada 100 personas que trabajan o buscan empleo, menos de 30 pertenecen a tal grupo de edad.

Las mujeres jóvenes son las más castigadas (27%, frente a 15% de los hombres).

Es inaudito que en un país que ha quintuplicado sus exportaciones en diez años y cuya economía exhibe tasas de crecimiento superiores al promedio latinoamericano, su dirigencia, pública y privada, se empeñe en desperdiciar el mayor activo humano, sus jóvenes.

Se trata de la generación digital, la que podría catapultar al país en términos modernos de innovación y creatividad, de inserción en el mundo global a partir del conocimiento.

Abocados al subempleo y el desempleo, muchos jóvenes ingresan a la educación superior con la esperanza de contar con empleo al egresar. Descontando la alta tasa de deserción, la educación superior colombiana arroja al mercado alrededor de 200.000 profesionales al año. Sólo 67% de los técnicos egresados y 76% de los profesionales universitarios están en el mercado formal (Observatorio Laboral, MEN). ¿Y el resto?

Baja pertinencia y calidad de la educación, ausencia de bilingüismo, aparato productivo en crisis, modelo minero-energético que no genera empleo, son algunos de los “colaterales” de la crisis laboral juvenil, que parecen no merecer reflexiones ni acciones de política.

Sucesos como el ocurrido hace pocos días en el Buen Pastor en Cali y, sobre todo, la reacción de voceros públicos, son un espejo de lo anterior. Los adolescentes del Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente no son apreciados, en la práctica, como sujetos de derechos sino como amenaza para la sociedad. Coincide con el permiso de primera comunión a uno de los Nule.

Tomado de:elespectador.com