Según el reporte, 49 por ciento del total de ocupados en dichas zonas a finales del año pasado, se encontraban dentro de la categoría mencionada.

Aunque elevada, la proporción es la menor, al menos desde finales del 2007, lo cual es algo destacable. Además, el año pasado el descenso fue de más de dos puntos porcentuales, que contrasta con reducciones de menor orden en las mediciones previas.

Como es bien sabido, desde hace rato se ha señalado que este es uno de los desafíos más grandes que enfrentan América Latina, en general, y Colombia, en particular. En la medida en que una persona no se encuentre afiliada a la seguridad social, ya sea en salud, pensiones o ambas, le será más difícil mejorar su bienestar y la de su familia.

Entre las explicaciones que se han utilizado para señalar por qué el nivel de Colombia es relativamente elevado, una de ellas tiene que ver con las llamadas cargas parafiscales, que fueron desmontadas parcialmente por la reforma tributaria de finales del 2012. Aunque en su momento los estudiosos darán sus razones, salta a la vista que los menores costos asociados a la nómina coinciden con un bajón apreciable en la informalidad.

Hecho ese reconocimiento, es imposible pasar por alto la enorme dispersión que existe, dependiendo de la capital que se mire. Por ejemplo, junto a Cúcuta, con una informalidad del 72 por ciento que, además, va en ascenso, se encuentra Bogotá, con menos del 44 por ciento. En consecuencia, hay que persistir en la creación de empleo de buena calidad, para atacar este flagelo.

Tomado de_ https://www.portafolio.co/opinion/brujulainformalidad-descenso