Solemos cocinar, hablar por teléfono y mirar televisión, al mismo tiempo. Podemos hacer una llamada, responder un mensaje de texto y chequear correos electrónicos en sólo un instante, así como leer y escuchar música con la televisión encendida sin volumen, pero atentos a lo que pueda pasar; manejar el auto mientras hablamos por teléfono (ojalá con manos libres) o con el celular al alcance por cualquier luz roja que indique un mensaje. La lista es infinita y cada quién sabrá cuáles son sus particulares costumbres cotidianas en casa, en la calle, en el colegio o en el trabajo.

“Habitualmente creemos que podemos hacer muchas cosas diferentes simultáneamente, pero en realidad lo que ocurre en nuestro cerebro es que vamos rotando la atención rápidamente de un objetivo al otro. Y en este proceder automático es cuando solemos cometer errores o promover ciertas disfunciones o trastornos”, dice el doctor Gustavo Vázquez, psiquiatra, coordinador del área de Neurociencias de la Universidad de Palermo (Argentina).

“Quien lleva una vida sobrecargada -precisa el psicólogo Martín Reynoso, investigador en el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)-, seguramente promueva un aumento en la segregación de cortisol, el que se presume puede dañar zonas del hipocampo, sector asociado al aprendizaje y la memoria”.

Una investigación de la Universidad de Stanford, publicada en 2011, prueba la teoría de que las personas multitarea disminuyen sus capacidades de rendimiento. Si bien reconoce que están mejor entrenadas para cambiar de foco rápidamente, el estudio alerta: “Cuando este tipo de personas tiene toda la información delante de sus ojos, no puede separar las cosas en su cerebro y se equivoca”.

Por citar cuestiones básicas, esta es una de las formas de entender por qué podemos salar el café, enviar un mensaje antes de tiempo y arrepentirnos de lo escrito o equivocarnos de destinatario, confundir el recorrido o, lo que es peor, accidentarnos de la manera menos pensada. Los avances tecnológicos han incrementado en forma notable la exposición a estímulos que requieren de respuestas rápidas. ¿Cuántas páginas solemos tener abiertas al mismo tiempo?

Aprender a priorizar estímulos es tomar el timón del propio barco. Ejercicios de respiración y relajación ayudan a tomar conciencia de este proceso.

El estrés es la consecuencia cuando las tareas superan la capacidad de respuesta

Con la superposición de tantos estímulos en permanente exposición, la activación fisiológica del organismo puede llevar al desborde y agotamiento, dando lugar a los fenómenos característicos del estrés, explica el psiquiatra Juan Manuel Bulacio, experto en estrés y ansiedad. “Cuando los estímulos superan la capacidad de respuesta del organismo y el esfuerzo de este no alcanza o es sostenido por un tiempo excesivo, el estrés es la consecuencia natural y de él derivan la aparición de distintos cuadros físicos (desde cefaleas, contracturas musculares hasta alteraciones gastrointestinales, cardiovasculares, autoinmunes.), psíquicos (desde el insomnio, irritabilidad, agotamiento, hasta la aparición de cuadros ansiosos o depresivos) y sociales (dificultades vinculares, pobre rendimiento laboral o académico)”.

Tomado de: Eltiempo.com