Participar en un proceso de selección, al margen de su resultado final, es en general emocionante. Es un reconocimiento de parte del mercado a la buena construcción de una marca personal; es la oportunidad de validar muchas veces que el mercado nos está valorando incluso más que nuestros actuales empleadores; es la oportunidad de dar un salto cualitativo en responsabilidades y cuantitativo en dinero y capacidad de ahorro; es a veces la posibilidad de conectarnos con el exterior y de exponernos a posibilidades de mejorar nuestro aprendizaje y calidad de vida. Generalmente es casi todas ellas juntas, lo que de paso tiene un impacto positivo en el ego y en el estado de ánimo.

Al margen de lo anterior, aceptar participar conlleva una que otra responsabilidad, y debe hacerse por los motivos correctos so pena de al contrario de lo que se pensaba, estar haciéndole un daño enorme a una hoja de vida. Hay algunos errores menores que pueden pasar inadvertidos, pero también los hay de  talla mayor, los cuales lo pueden dejar mal parado o herido de muerte  frente a oportunidades futuras:

Participar sólo por foguearse: si lo que quiere es entrenamiento, o conocer al cazatalentos, o saber cómo estos o una empresa maneja un proceso o una entrevista, mejor pregunte o pida una cita. Ninguno de estos actores tiene tiempo para perder y si han avanzado a la instancia de una entrevista es porque han validado previamente con usted su interés y sus capacidades. Nada más molesto que entender, avanzado el proceso, que su interés era bajo o ninguno y que utilizo este espacio simplemente para conocer cómo opera un proceso de selección.

Participar para negociar una retención: se cae de su peso que un proceso de selección exitoso terminará con una oferta económica que implique un crecimiento frente a su compensación actual. Puede no ser la causa principal por la que un candidato participa en un proceso pero sin duda es un factor  importante. Lo que no es ético es participar para tener una oferta con la cual se pueda negociar un mejor salario al interior de su empleador actual. Mal momento para que su empresa reaccione (si lo valoraban tanto por que no se lo subieron antes), pero es poco elegante desistir habiendo recibido una oferta competitiva cuyo rango estuvo sobre la mesa desde el primer día del proceso.

Participar cuando tiene conflictos personales irreconciliables: hay candidatos que “descubren”, desafortunadamente tarde en el proceso (a veces después de una oferta) que tenían un conflicto personal porque un pariente era proveedor, un primo trabajaba allí o su esposa trabajaba en la competencia. La confidencialidad en los procesos se abre muy rápidamente y después de ciertas instancias el candidato tiene toda la información para determinar la existencia de conflictos que pudieran hacerlo desistir; para que esperarse hasta el final?.

Participar sabiendo que no se cumple con un requisito obligatorio: hay ciertas características en los perfiles que son deseables, hay otros que son obligatorias. Los primeros pueden sin duda pasar de largo y ser obviados, los segundos matan una candidatura. Algunos candidatos, ilusionados con el cargo, piensan que pueden hacerle “trampa” al cumplimiento de los requisitos obligatorios (grado profesional, nivel de ingles,etc) y dejan seguir el curso de los hechos hasta que, básicamente son pillados in fraganti.

Participar para subirse el ego: hay momentos en la vida en que una llamada para participar en un proceso simplemente aparece como un bálsamo redentor en un momento profesional lleno de angustias, dudas o carencias. Es cierto, en general participar en un proceso al final es un acto de reconocimiento. El problema es cuando el candidato no está interesado en el cargo o en la empresa sino en subir el ego. Hay mil maneras de subirse el ánimo y otro tipo de profesionales que pueden ser más útiles, pero hacer perder el tiempo de los demás es una falta completa de profesionalismo o de madurez.

tomado de:https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/opinion-sobre-errores-cometen-procesos-seleccion/210965