Algunas veces hemos escuchado que los empleadores contratan a sus empleados por el “nombre de la universidad” donde estudiaron y que por esto mismo les pagan mejores salarios. Lo primero ocurre porque muchas veces el nombre puede ser una guía por la reputación de la organización educativa; lo segundo ocurre porque muchas veces se asocian estos nombres con calidad. Pero ¿qué es lo que realmente sucede?

La ley de la oferta y la demanda

El valor de un bien se define por su oferta y su demanda en el mercado. En caso de que el bien sea altamente demandado y al mismo tiempo se ofrezca una limitada cantidad de este bien, entonces los costos para adquirirlo son altos. Esto es lo que está sucediendo con la educación y el mercado laboral.

Para nadie es un secreto que los empleadores muchas veces seleccionan a sus empleados dependiendo de la universidad de la que son egresados, en sus preferencias de universidades altamente reconocidas y en la mayoría de los casos privadas. Sin embargo, que alguien salga de una de estas instituciones no implica que sea un excelente trabajador, muchas veces le puede aparecer un lobo con piel de oveja”.

Pero esto no es de mucho interés en el mercado, pues la reputación que se han ganado las universidades muchas veces pesa más que el riesgo de elegir siendo este factor determinante el “nombre de la universidad”. ¿Qué incentivos tienen entonces las universidades?

Si a menor cantidad de bien mayor precio, entonces no quiero que en el mercado haya una gran cantidad de este, pues su precio disminuiría, es decir, entre menos graduados de mi universidad haya van a contratarlos con un mayor precio. De esta manera la institución asegura tanto mayores retornos salariales y un acceso más fácil al mercado laboral, como incentivos para que las personas estudien en sus instalaciones. Como tienen buena reputación pueden cobrar mayores matrículas.

Las personas que quieren adquirir educación superior muchas veces se basan en ese comportamiento del mercado para la elección de la universidad, lo que hace que cada vez haya más matriculas en estas instituciones privadas. Sin embargo, en el mediano plazo esto generaría un exceso de oferta por lo que estas organizaciones deben tomar acciones para que esto no suceda como por ejemplo, dictar clases que “rajen” a los estudiantes. De acuerdo con The Economist un estudio reciente reveló que el 45% de los estudiantes estadounidenses no aprobó todos sus logros escolares en los primeros dos años de estudio.

Esto sugiere que aunque la tasa de matrícula está aumentando significativamente, también lo está haciendo la tasa de deserción o la tasa de repetición.

Calidad educativa

A pesar de que el gasto en educación como proporción del PIB ha llegado a pesar 1,6% en países de la OCDE y 2,7% en Estados Unidos, las pruebas internaciones han demostrado que la calidad de la educación superior no es muy buena y los graduados no son estudiantes con fuertes competencias en dimensiones más generales (cómo lógica, escritura, etc), lo que demuestra que aunque los gobiernos estén invirtiendo miles de millones en educación, esta no es de buena calidad.
 
Puede estar sucediendo que este gasto haya aumentado por los estímulos que da el gobierno a las instituciones que realizan investigación. Aunque esta es la clave para el desarrollo, está generando incentivos a que los maestros solo centren su atención en este ámbito y dejen a un lado sus clases.

Como la educación no es de calidad, esto permite que se presente la situación en la cual la contratación se basa en el nombre de la organización educativa. Lo ideal sería que todos los graduados fueran altamente competitivos para que la demanda laboral no se basara en el nombre de la institución. La calidad llegaría a ser la diferencia en la demanda por nombre y por habilidades, otorgando las mismas oportunidades para todos los profesionales y eliminando los monopolios universitarios en el mercado laboral.

tomado de:https://www.dinero.com/economia/articulo/los-nombres-universidades-claves-para-contratacion-laboral/209272